La violencia del odio

Por Carlos José Holguín |
322

Carlos José Holguín.

No cabe duda que más  allá de razones ideológicas, religiosas o raciales, la palabra que explica todos los casos de salvaje e indiscriminado terrorismo es el sentimiento de odio, la imperiosa necesidad de destruir, sin miramientos ni consideraciones de ningún tipo aquello que no aceptamos, pues solo ese abominable sentimiento que Aristóteles define como el deseo de la aniquilación de un objeto que es incurable por el tiempo, explica lo que a lo largo de estos últimos 20 años el mundo ha tenido que ver y padecer casi que a diario.

En el terrorismo de la mal llamada Guerra Santa (la Yihad) el odio juega un doble papel, pues el radicalismo islámico se sustenta en odiar todo lo que occidente representa, hasta el punto de considerar imperioso la destrucción del sistema de vida y la civilización que son la encarnación del mal. Pero al mismo tiempo occidente desprecia y mantiene políticas segregacionistas, aislacionistas e intervencionistas contra los que no piensa ni vive como nosotros y por tanto están en el camino equivocado. Basta con ver la radicalización de las políticas anti migratorias que llevaron a Inglaterra al Brexit y por poco lo logran el Polonia y Francia. Esa radicalización de occidente, en creernos erróneamente mejor que ellos, más civilizados, y ahora fuertemente enfatizada por la despótica política de Trump, es también odio, así de simple, mojigato y hasta justificado por prejuicios de superioridad racial o religiosa, pero odio al fin y al cabo.

En Colombia el accionar del terrorismo en especial el ejercido por organizaciones guerrilleras o por carteles de las drogas como en su momento lo hizo Pablo Escobar, aparentemente tenían móviles más de tipo político o económico, o de simple amedrentamiento del Estado, por cierto siempre débil y vulnerable, para imponer voluntades como la de evitar la extradición. Pero superada o en camino de superación de esa horrible noche, pareciera que ahora el odio será el nuevo detonante del terrorismo, pues esa es la sensación que queda con el atentado del pasado sábado en el centro comercial Andino de Bogotá.

rtjyj

¿Qué más que el odio, puede hoy por hoy explicar lo que pasó en Bogotá?. Pareciera que la  polarización política que viene teniendo el país, desde que se iniciaron los diálogos con las FARC, se ha ido radicalizando cada día más, al punto que entre las hipótesis que se analizan de quien y cuáles fueron los móviles de dicho atentado terrorista, está la del odio de un lado o del otro, que al igual que en el radicalismo islámico, se sustenta en odios que surgen de la no aceptación del otro, de la exclusión del que ha sido marginal o diferente en su forma de pensar y actuar, a los que se consideran en el camino correcto y poseedores de la verdad revelada.

Que peligro tan grande el que se cierne sobre Colombia, que después de tantas tragedias y violencias, pasemos ahora a la del odio. Nuestros líderes políticos y próximos candidatos presidenciales, deberán reflexionar responsablemente sobre este nuevo riesgo y atemperar sus posiciones para acabar con una polarización que según parece no traerá nada bueno.

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial