La bicicleta

Por Guillermo E. U… |
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Guillermo E. Ulloa Tenorio

Europa, con Ámsterdam, como el más representativo ejemplo del uso de la bicicleta, con envidiable ciclo infraestructura, biciparqueaderos, seguridad y una cultura de respeto al usuario es usada por el 40% de su población.

Otras ciudades como Nueva York, Londres, Paris, Boston, Chicago, Melbourne, Praga, Toronto, Madrid, entre otras, consecuentes con el complemento a sus sofisticados sistemas de transporte masivo ofertan un novedoso sistema concesionado de bicicletas compartidas poniendo a disposición del usuario bicicletas las 24 horas del día y los 7 días de la semana, a un costo similar a la tarifa por pasaje del transporte convencional.

La Ley Nacional 1.083, de 2006, estableció un aspecto fundamental dando la prioridad del transporte público optimizado y los modos no motorizados (peatón y bicicleta) en entornos urbanos, y su tipificación en los planes de movilidad urbana como instrumentos de planificación a nivel local

De acuerdo con algunas cifras de movilidad, el 12% del desplazamiento de los caleños se hace en bicicleta. Los usuarios superan 200,000, el 40% de la población que se transporta en el MIO.

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Cali posee una red básica aproximada de 340 km, diseñada desde hace quince años, que comparado a los 376 km en Bogotá es infinitamente superior en km por residente.  Bogotá ha sido pionera en el uso racional de la bicicleta, plasmando en su ordenamiento, ciclo infraestructura como parte de la movilidad distrital. Contrariamente, Cali desaprovecha su envidiable topografía plana y clima tropical en incorporar ciclo rutas  al sistema vial. 

Las administraciones municipales se han enfrascado en la problemática del automóvil, la motocicleta y dado la espalda a la más simple solución. El centro de la ciudad, invadido por la informalidad comercial, carece de carriles exclusivos para el uso de la bicicleta. No se ha incentivado parqueaderos públicos para la bicicleta que poco espacio ocupan. Las ciclo-estaciones podrían ubicarse en forma ordenada en las estaciones del MIO, que desafortunadamente, cada día alojan más vendedores informales ocupando irregularmente el espacio público, sin acciones de defensa de lo público de los entes correspondientes.

La bien intencionada administración caleña ha propuesto reducir el ancho de algunos tramos viales con el fin de redistribuir su espacio creando nuevos espacios para ciclo infraestructura en la ciudad. Indudablemente dar al bici usuario mayor seguridad, prevenir accidentes, acortar distancias y tiempos de recorrido contribuye, en parte a la solución integral de movilidad.

Esta solución, que no implica cuantiosas inversiones, no puede sustituir la construcción de ciclo rutas dedicadas, debidamente iluminadas, dotadas de señalizacion y semaforización, aprovechando algunos separadores de los corredores viales, de los 340 km aproximados, que requiere la ciudad. En hora buena, la administración da un positivo paso al clamor, que por décadas, los ciclistas, la academia y algunos columnistas de opinión exhortábamos.

La propuesta no puede ser producto de la improvisación sino complemento a la conectividad integral de movilidad.

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