Ojo a la arquitectura

Por Benjamin Barne… |
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Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011


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la arquitectura necesita principios adaptables que determinen espacios y dimensiones

"Las fachadas de edificios tradicionales atraen, las contemporáneas no" señala Nikos Salíngaros (Perth, Australia,1952- ) matemático conocido por su trabajo en teoría urbana y arquitectónica, y de la complejidad y filosofía del diseño, entrevistado por Irina O. Bembel (ArchDaily, 08/09/ 2020).  En las fachadas tradicionales muchas simetrías atraen la vista dentro de su entorno inmediato, como en la arquitectura religiosa, pero en las contemporáneas se fija en algún lado pues su diseño no considera el complicado proceso de la percepción visual del ser humano. Ese sentido que le permite percibir formas, identificar distancias y detectar colores y movimientos.

Por otro lado, la arquitectura necesita principios adaptables que determinen espacios y dimensiones. Son los patrones que Christopher Alexander (Viena, 1936-) plantea en su libro, Un lenguaje de patrones, 1977, realizado junto con otros. Son, recuerda Salíngaros, un conjunto de principios de diseño útil y fácil de usar que no existía antes, que descubrió observando una infinidad de edificios que ya existían. Una guía de principios adaptables que no restringen la libertad creativa pues se pueden combinar y adaptar de muchas maneras, pero que asegura que “no resulten estructuras monstruosas que opriman a la gente y puedan enfermarla a largo plazo” concluye Salíngaros.

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Como lo considera Salíngaros, sería una arquitectura y urbanismo adaptables que se pueden implementar en cualquier nivel financiero

Se trata de utilizar nuevos/viejos patrones, indispensables ante el cambio climático y la escasez de agua dulce, para una arquitectura sostenible y contextual. Una que se adapte pasivamente a los diferentes climas, especialmente en los tropicales sin estaciones, que reutilice lo ya construido y el agua de la lluvia o ya utilizada, y la energía solar y eólica; que reinterprete soluciones y formas tradicionales con materiales y componentes actuales (bloques de cemento o arcilla, viguetas metálicas, losas prefabricadas de hormigón) y elementos estandarizados (ventanas, puertas y muebles fijos); y espacios que consideren los estándares universales pero considerando sus variantes locales.

Como lo considera Salíngaros, sería una arquitectura y urbanismo adaptables que se pueden implementar en cualquier nivel financiero, desde viviendas baratas auto construidas, casas cómodas para la clase media o lujosas residencias para personas ricas. Las reglas para su proyectación son las mismas, aplicadas a diferentes situaciones y usando materiales, componentes y elementos según cada presupuesto particular. Es un enfoque humano que se adapta durante la creación del medio ambiente artificial al aplicar los principios correctos, generando una estructura viva; así la casa de alguien pobre, a su propia manera puede ser tan bella como la de un millonario, como afirma él, y se ve en el campo.

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Una arquitectura en verdad posmoderna en la que sus varias técnicas recuperen su carácter artístico. “La palabra “Arte” dejó de tener significado en nuestra sociedad en el momento en que todo se deformó y el vocablo “Arte” adquirió el sentido opuesto a lo que quiso decir durante miles de años” explica Salíngaros, coincidiendo con Avelina Lésper, curadora, crítica de arte y académica mexicana, en El fraude del arte contemporáneo, 2015, y de lo que habla Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo, 2012, ya mencionados en ¿Arte? (El País, Cali 29/01/2016). Que su visión sea para todos los habitantes de las ciudades y una belleza duradera y no un efímero espectáculo.

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