La casa , una casa

Por Carlos Botero |
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Por Carlos Enrique  Botero Restrepo

Arquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.

Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.


La casa es una casa, pero no siempre una casa es la casa. El profundo significado del artículo determinado la, frente al también profundo del artículo indeterminado una, establecen una gran diferencia cuando cualquiera de los dos términos se usen para referirse al lugar donde se vive.

ERUJY
Una cosa es tener la casa por vivir en ella, y otra cosa es ser el propietario viviendo en ella o serlo sin vivir en ella

La casa es mi lugar en el planeta, donde pernocto de manera continua, donde resido, adonde llego y desde donde parto en mi cotidianidad

La casa es mi lugar en el planeta, donde pernocto de manera continua, donde resido, adonde llego y desde donde parto en mi cotidianidad. Una casa es una edificación (casa unifamiliar en el argot de los arquitectos) o parte de una edificación que la incluye (un apartamento incluido dentro de un edificio multifamiliar). Me voy para la casa, tengo (algo) en la casa, me esperan en la casa, salgo de la casa… Quien afirma cualquiera o todas estas frases hoy, siglo XXI, hace referencia al espacio vital desde donde se planean o se asumen mecánicamente las actividades diarias. De ahí se arranca y ahí se regresa.

Una cosa es tener la casa por vivir en ella, y otra cosa es ser el propietario viviendo en ella o serlo sin vivir en ella. También otra cosa es vivir en la casa sin ser su propietario. En esta sutil diferencia radica el sentido que la modernidad le asigna a la vivienda.

Culturalmente tenemos en mente la idea arraigada de que se tiene casa si se tiene propiedad de ella y por lo tanto, uno de los primeros y quizás el principal componente de nuestra calidad de vida moderna es ser propietario de vivienda. No importa que no sea para vivir en ella y por eso se pone en alquiler. Es un bien inmueble, constituyente fundamental de todo patrimonio familiar; se tiene su propiedad aunque no sea su propietario quien la habite, para demostrar socialmente que se es un ser integrado a la sociedad.

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hay que reconocer que el peso cultural, la idea compartida, sobre la calidad de propietario de vivienda está tan arraigada en nuestra mentalidad “tercermundista”

En teoría, según se deduce de textos que se hacen cargo del urbanismo moderno a partir de la segunda mitad del siglo XIX –Ildefonso Cerdá a la cabeza- y de la vivienda masiva como tema central, lo que importa es que haya suficiente disponibilidad de vivienda para los habitantes de una ciudad sin plantearse que estos lo hagan en condición de propietarios o inquilinos. Un habitante promedio de países europeos, por ejemplo, no tiene como prioridad dentro de su proyecto de vida ser propietario de la vivienda que habita. Lo que le es prioritario, y no lo pone en duda, es tener acceso a una vivienda para ocuparla, sea tomada en arriendo o sea facilitada por la empresa en que trabaja.

“tener casa no es la mayor riqueza, pero no tenerla, lo peor de la pobreza”. Y este es el más profundo sustento que sirve al negocio de la construcción masiva de vivienda para vender

Aunque pueda haber muchas interpretaciones sobre el fenómeno comentado, hay que reconocer que el peso cultural, la idea compartida, sobre la calidad de propietario de vivienda está tan arraigada en nuestra mentalidad “tercermundista” que reafirma aquel dicho popular que afirma que “tener casa no es la mayor riqueza, pero no tenerla, lo peor de la pobreza”. Y este es el más profundo sustento que sirve al negocio de la construcción masiva de vivienda para vender, para todos los estratos. No importa que quienes compren, compren una casa que está muy lejos de ser la casa.

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