Hay esperanza

Por Carlos José Holguín |
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Por Carlos Jose Holguin.

Asistí en Bogotá a un foro internacional organizado por la Universidad Javeriana denominado Responsabilidad Pública y Lucha Anticorrupción en el cual participaron todos los organismos de control y expertos Italianos.

Como lo he venido sosteniendo desde hace varios escritos, el germen de la corrupción en Colombia está en el ejercicio mismo de la política electoral,  entre más oigo y averiguo sobre el tema, más me asombro y convenzo. En dicho foro el propio Contralor General Edgardo Maya contó que una elección de gobernador de la Guajira cuesta 30.000 mil millones de pesos!!!, Si señores, así como lo oyen, de modo que lo que escribí de las elecciones de Cámara y Alcaldía de Cali en mi pasada columna es una total bobada, una nimiedad. Contó también que la alimentación escolar que cuesta al año 700.000 millones de pesos se convirtió en la caja menor de alcaldías y gobernaciones para financiar la política local.

Raffaele Cantone Presidente de la Autoridad Nacional Anticorrupción de Italia, quien como si fuera en Colombia, expuso el  caso de mayor corrupción política en Italia denominado TANGENTOPOLI de 1992 (que mas o menos traduce soborno a todo político) parecido al de ODERBRECH,  el cual terminó dejando en la cárcel a más de 1.000 funcionarios entre políticos, diputados, congresistas, como quiera que la finalidad de dicha corrupción fue financiar a casi todos los partidos políticos del momento.

Sin embargo y a pesar de que propios y extraños señalan claramente cuál es la causa de la corrupción, los desorbitantes costos que están teniendo las campañas políticas que hablan por sí solos, poco dicen de las soluciones. Fue el nuevo Procurador General Fernando Carrillo quien en una exposición con autoridad y conocimiento puso el ojo en la diana. Claramente indicó que el financiamiento total de las campañas políticas fue la solución a la corrupción política en Europa, habló de la imperiosa necesidad de acortar y abaratar, y yo añadiría, uniformar, los costos de las campañas políticas. Fue contundente en condenar  la corrupción en los sectores sociales  lo que califico de triple pecado (como sucede con  la alimentación escolar y la salud). Reiteró la necesidad de recuperar la figura de la muerte política para el corrupto, figura que viene desde la constitución del 91, pero que por diversas conveniencias cayo en desuso. Insistió en la necesidad de afinar la incautación y extinción de dominio de los bienes productos de la corrupción, que como recordó fue lo más eficaz en la lucha contra los carteles de las drogas.

El Procurador Carrillo terminó advirtiendo sobre el altísimo riesgo en que estamos por culpa de la misma corrupción de caer fácilmente en manos de gobiernos populistas, dado el inmenso descontento y desconfianza que existe de los políticos y partidos tradicionales. Entre otras, y a propósito del caso italiano, allá terminaron eligiendo como mesías a Silvio Berlusconi que terminó siendo peor que la enfermedad, y ahora aquí en Colombia, con las FARC entrando en la política como partido nuevo, nada de raro tendría que terminen siendo los nuevos mesías de Colombia.

Me dio algo de tranquilidad que en medio de tanta confusión, ríos revueltos por todo lado, fiscal cuestionado y hasta recusado, contraloría que poco dice y clase política   deslegitimada, la visión del nuevo Procurador da  esperanza y empieza a marcar una ruta de acción, en un camino que no será fácil y que requerirá de inteligencia, carácter y mucho valor.

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