Rusia, China y la crisis del petróleo

Por Jean Nicolás Mejía H |
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Jean Nicolás Mejía H

Profesional Ciencias políticas - Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. 28 años,  Máster en cooperación internacional y organizaciones internacionales de la Universitat de Barcelona


El mundo experimenta un aumento progresivo y sin desescalamiento del precio no solo de los combustibles fósiles, sino de sus derivados, como la gasolina. En países como Estados Unidos y en la Unión Europea, los incrementos superan históricos sin precedentes, que suponen un gran reto para las economías locales y regionales.

Por supuesto que el precio del petróleo (y en consecuencia de sus derivados), varía en función de las dinámicas políticas y económicas del sistema internacional, pero el histórico aumento en el segundo trimestre de este año, responde en su mayoría no solo a las sanciones impuestas a Rusia por la invasión a Ucrania, sino de las alternativas que ese país a encontrado para socavar dichas sanciones. 

Después de las fuertes sanciones impuestas por “Occidente”, para frenar la economía extractiva rusa, el gobierno de Putín encontró en China a su principal proveedor de crudo y gas, por encima de la tradicional e histórica relación con Arabia Saudita. Los ingresos en el sector energético, aunque han caído, siguen siendo lo suficientemente importantes como para financiar, entre otras cosas, el esfuerzo militar que supone la invasión a Ucrania. 

También ha logrado tercerizar el refinamiento de las materias primas en otros países, y de manera sorprendente, configurar rutas comerciales que le permitan vender el producto refinado a los países que en principio no deberían comprarlo, como los países de la UE. India juega un papel vital este ciclo económico, pues la descentralización en el proceso de refinamiento -que ahora se desarrolla en ese país- le ha valido un aumento sustancial de las importaciones (y en consecuencia a las exportaciones rusas), pues antes de la invasión del total de las exportaciones de petróleo rusas iban a India, y desde mayo la cifra aumentó hasta un 18%. 

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Para “Occidente”, ha sido prácticamente imposible llegar a prohibir la comprar de los hidrocarburos a Rusia, como eje transversal de las sanciones impuestas.

Según la Administración General de Aduanas de China, solo en mayo las exportaciones de crudo proveniente de Rusia alcanzaron las 8,42 millones de toneladas, lo que representa un incremento del 55% en comparación al mismo periodo del año pasado. A pesar de que China también le compra petróleo a países como Irán, el acuerdo económico alcanzado por ambos países ha hecho que el mercado del petróleo sufra varias disrupciones que poco a poco empiezan a afectar las dinámicas globales del sistema económico y financiero, ya que países como Estados Unidos han disminuido sus importaciones a países “aliados” a Rusia (como China) y le ha obligado a buscar nuevas alternativas, como la posibilidad de descongelar el bloqueo diplomático con Venezuela, en la búsqueda de concesiones comerciales y empresariales del sector energético. 

Para “Occidente”, ha sido prácticamente imposible llegar a prohibir la comprar de los hidrocarburos a Rusia, como eje transversal de las sanciones impuestas. Un reporte publicado por el Centro para la Investigación de la Energía y el Aire Limpio (CREA), si bien el declive en la economía extractiva rusa es evidente, solo los 100 primeros días después de iniciada la invasión, de los 97 mil millones que recibió Rusia por las exportaciones de sus materias primas, 59 mil millones provinieron de la Unión Europea ( BBC Internacional).

El hecho de que Rusia haga tercerización en el ciclo económico de los hidrocarburos para lograr sostener a flote la economía extractiva y poder vender el producto a los mismos compradores, supone a ojos de los expertos, un vacío legal en la configuración de las sanciones. 

La Unión Europea ha sido siempre el principal cliente de petróleo y gas de Rusia, y el planteamiento -en virtud de las sanciones impuestas- busca que para el cuatro trimestre del año, las importaciones directas o indirectas se hayan reducido en un 60%, pero para lograr ese objetivo es imperativo que otros países hegemones prohíban la compra total de las materias a Rusia, como es el caso del Reino Unido, que después del Brexit, tiene autonomía en la configuración de su política exterior. 

Es un gran reto para el sistema internacional, pues la coyuntura socio política una vez más deja entender que las bases de la estabilidad comercial y económica aún reposan en las economías del combustible fósil y en los ciclos extractivos, cuando desde la cooperación multilateral y desde diferentes sectores ya se habla -además desde hace varios años- sobre la imperativa necesidad de soltar esa dependencia y construir una economía circular a partir de la tecnificación de otras economías (como la agraria) y de otros procesos como la construcción de economías en base a las energías alternativas.

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