¿Qué hacer con la bonanza petrolera?

Por Guillermo E. U… |
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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.


La más reciente cotización del barril de petróleo ha llegado a US $ 120, precio que no se registraba desde hace décadas. El especulativo precio es atribuible al conflicto ruso-ucraniano, donde la primera es grande productor y la segunda grande transportador, tanto de crudo como de gas. Las sanciones impuestas a Rusia han obligado a una significativa reducción de la oferta, lo cual explica en parte, el mayor valor.

Colombia, que aún debate la conveniencia o restricción del sistema exploratorio de fracking, sistema de extracción de gas y crudo, a menor profundidad mediante inyección a presión de agua y químicos, no participará de la bonanza de gas jalonada consecuentemente por el precio del petróleo. Lamentablemente los enemigos de esta practica, incluyendo las altas cortes, han dilatado la decisión por años, y ahora, que es el momento oportuno, lamentarán la falta de oportuna decisión.

La producción de petróleo colombiano se ha situado en la franja entre 700 y 800 mil barriles diarios. Comparativamente con los años dorados venezolanos, el vecino país alcanzaba cinco veces esa cifra, es decir 3,2 millones de barriles, lo cual contribuyó a su riqueza. Hoy, su producción se sitúa, ligeramente por encima de la nuestra, en 800 mil barriles diarios. Es la lógica explicación de la pobreza, a la cual el régimen del castro chavismo, llevaron a la nación que fue envidiable sueño de millones de compatriotas.

Colombia está en el filo del abismo democrático. En caso de ganar los seguidores del castro chavismo, el panorama será fiel reflejo, un espejo, de lo que ocurrió en el vecino país en los últimos veinte años. Los índices de pobreza aumentarán y se situarán cercanamente a los registros cubanos, es decir pobreza generalizada para toda la población. Máxime cuando el candidato de la izquierda sostiene, enceguecida y equivocadamente, que cerrará la llave de explotación del sector de hidrocarburos del país.

¿Qué hacer con la bonanza petrolera?

En caso de ganar el sector de centro, el país podrá disfrutar, de un manejo prudente e inteligente encaminado hacia el progreso y desarrollo uniforme de la economía.

El principal beneficiario debe ser la marginada zona rural. El estado debe proporcionar, a través de los proyectos inscritos y registrados en la DNP, los recursos para construir la vasta infraestructura de vías secundarias y terciarias, que acercan el productor, tanto al suministro de insumos, como a los mercados, estimulando la producción rural. Es prioritario llevar a estas marginadas zonas servicios públicos domiciliarios, agua potable, energía, mejoras de vivienda, centros educativos, de formación técnica y centros de salud. 

La política agraria debe aprovechar los nuevos recursos generados, subsidiando insumos y, aquellos cultivos que, por fuerzas del mercado, pueden sustituir las importaciones de infinidad de granos y alimentos, de paso generando cientos de miles de empleos formales en apartadas regiones del país, muchas de ellas secuestradas por los tentáculos del narcotráfico.

Colombia debe aprovechar la bendición celestial de contar con infinidad de pisos térmicos, régimen especial de lluvias y luminosidad ecuatorial en cultivos de alto valor, como frutas tropicales, hortalizas, cacao, cafés especiales, flores y plantas ornamentales, demandados globalmente, de alto precio.

Aprovechemos sabiamente la bonanza, pasando de la marginalidad a la formalización de empleo, de renovadas oportunidades, de paso consolidando derrotar los índices de pobreza y hambre de la población.

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