La responsabilidad de aspirar a la alcaldía

Por Guillermo E. U… |
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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.


En 1986 se introdujo constitucionalmente  el mecanismo de la elección popular de alcaldes, a partir del año 1988. Antes de esa fecha los alcaldes eran designados por el gobernador de ternas que el sistema bipartidista de la época presentaba. El último alcalde designado en la ciudad fue Henry Eder Caicedo, quien gobernó dos años de 1986 a 1988, en representación del partido liberal, siendo presidente Virgilio Barco. 

El primer alcalde elegido en Cali por voto popular fue Carlos Holmes Trujillo García, quien renunció antes de terminar el periodo  por la muerte de su padre y para ser constituyente de la Asamblea de 1991. Inicialmente el periodo era de dos años, posteriormente se amplió a tres años, y hoy el periodo es de cuatro años, sin reelección consecutiva. 

Apolinar Salcedo fue el último alcalde inscrito con aval partidario. A partir de esa fecha los sucesivos aspirantes utilizaron el mecanismo de inscripción por firmas. Modalidad que permite anticipar la utilización de medios masivos de comunicación, visibilizando el aspirante antes de su inscripción y previo a los reglamentarios tres meses permitidos para una abierta intensidad mediática de campaña.

Para las próximas elecciones, más de una veintena de aspirantes, están dedicados a la recolección de firmas. Algunos candidatos recorren la ciudad a pie, realizan numerosas reuniones y hacen presencia a través de redes sociales, sin la contaminación visual de vallas publicitarias de otros candidatos.

El último aspirante por firmas es el empresario y comerciante, don Tulio Gómez. Sacudió la baraja en razón al reconocimiento de su nombre como exitoso dirigente deportivo. Como accionista mayoritario del equipo profesional América de Cali, y satisfacción de la inmensa hinchada, lo llevó del indeseado lugar de segunda división al triunfo como campeón del fútbol colombiano ( 2 veces ) , después de lograr su reincorporación a la privilegiada primera división.

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A su éxito como dirigente deportivo se suma una meritoria trayectoria como ejemplo de vida de superación. Inició como vendedor informal en las galerías de la ciudad y con esmero y trabajo digno creó una amplia red de supermercados, posteriormente vendida al grupo Éxito. Con dedicación y visión empresarial regresó a su actividad primaria conformando otra cadena de supermercados aprovechando el vacío que dejo la otrora “La 14”. 

Sin embargo, pasar de la actividad empresarial a la aspiración al primer cargo de la función pública como alcalde es de altísima responsabilidad. Algunos juristas consideran que existe una presunta inhabilidad. La autoridad electoral y el Consejo de Estado han mostrado ser implacables, declarando recientemente la nulidad del presidente del Senado Roy Barreras y del contralor Carlos Hernán Rodríguez.

El electorado caleño ha sido tradicional rebelde. Esa indocilidad se ha evidenciado en ésta generación, primero con la elección de la lista del movimiento cívico de Pardo Llada al Concejo Municipal ( 7 concejales ), luego eligiendo 5 concejales del movimiento de Accion Social  y posteriormente votando en contra del establecimiento con la elección del periodista John Maro Rodríguez, el concejal Apolinar Salcedo, el empresario Armitage, y la última elección del repitente Ospina, que lamentablemente ha sido funesta para la ciudad.

En esta ocasión la ciudad no puede equivocarse. 

Es importante, y así la historia nos lo ha enseñado, no volver a cometer errores de improvisación electoral. La mayoría de los aspirantes ostentan probada experiencia en la función pública. Han sido consejeros presidenciales, ministros, concejales, diputados, secretarios de despacho y asesores externos, aportando invaluable conocimiento de la complejidad de la administración pública.

No obstante, don Tulio, está en su derecho de ser elegido, y su reconocimiento ocupa un destacado lugar, debe reconsiderar su aspiración por bien de la ciudad.  La responsabilidad que el cargo conlleva, exponerse al escarnio público de una posible imputación de anulación de su candidatura, y en caso de ser elegido, su destitución, sería una mancha indeleble en su intachable recorrido empresarial. 

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