El declive de la sociedad capitalista globalizada

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

En la sección 2.3 denominada “A fondo” del periódico El Tiempo del domingo 21 de agosto se publicó un artículo de un profesor de economía política de la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, titulado “de las cenizas de la hiperglobalización podrá surgir una mejor globalización”.

En dicho artículo se hace un análisis de aquellos factores que llevaron a la crisis al proceso de globalización, que según se dice en términos generales “empezó a crujir por sus propias contradicciones generándose con ello un conflicto entre las políticas intervencionistas de los países más exitosos como China y los principios liberales consagrados en el sistema de comercio mundial”; en tanto que “se exacerbaron los problemas de la distribución de las ganancias en muchas economías lo que trajo como consecuencia una inmensa desigualdad y diferenciación entre los países ganadores y perdedores con la globalización, además de producirse una gran inestabilidad económica que terminó reflejándose en la vida política e institucional de dichos países”.

Al respecto conviene recordar las palabras de la canciller alemana Angela Merkel durante su visita a Varsovia en donde manifestó que “el culpable de lo que pareció decir el presidente Donald Trump en su discurso sobre la existencia de un choque de civilizaciones versus la comunidad globalizada es pluto-populismo estadounidense, tras del cual sí existen problemas de destrucción del ingreso producto de la desigualdad social que reina en los Estados Unidos”.

Dicha crítica coincide con lo expuesto por algunos politólogos que afirman que los cambios económicos que se han producido con la globalización se deben en buena medida a la incompetencia de sus clases dirigentes que no entendieron que la liberalización del comercio no puede darse sin la participación e integración de la economía global, en tanto que las tendencias populistas de derecha o de izquierda constituyen una ideología que fomenta las divisiones y paraliza la política de mercado lo cual resulta más evidente en aquellos países en donde el orden y las instituciones liberales son objeto de toda clase de controversias y desconfianzas por parte de los ciudadanos, tal como sucedió con el Brexit en el Reino Unido y con las disputas que se produjeron en el seno de la comunidad europea con países como España, Italia, Grecia, que enfrentan dificultades económicas y financieras con el Banco Central Europeo. Por otra parte, el presidente Donald Trump no solo renunció al tratado tripartito TPP por sus siglas en inglés, sino que manifestó que su gobierno no permitiría que otras naciones se aprovecharan de las ventajas ofrecidas por el suyo, poniendo en tela de juicio las negociaciones a nivel global en materia de inversión y de libre intercambio comercial.

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En todo esto juegan un papel importante los Estados y las organizaciones asociadas al gran capital financiero como el FMI

Ahora bien, el hecho de que el mundo capitalista globalizado atraviese por una gran crisis general no significa que se ha llegado al fin de dicho proceso de globalización fundamentado en la internacionalización de la economía y de las políticas globalizantes que se desarrollan en medio de diversas contradicciones y fases de expansión de construcciones y retrocesos que colocan en entredicho sus logros y desaciertos.

En todo esto juegan un papel importante los Estados y las organizaciones asociadas al gran capital financiero como el FMI, el Banco Mundial, la OMC y la Ocde, en donde tienen asiento los dirigentes de los países más desarrollados y se trazan las políticas en materia económica, financiera, crediticia para todo el mundo globalizado.

La idea de que con la globalización se mejora la situación económica y social de  millones de personas que viven de su trabajo en los países menos desarrollados de la zona euro y en los Estados Unidos de Norte América, en donde se considera según palabras del premio  Nobel de economía Joseph Stiglitz, quien afirma que los países ricos comparten sus ganancias y técnicas con los países y pueblos más pobres; poco o nada tiene que ver con la realidad y que en el caso de materializarse tiende a hacer que los países más pobres dependan de los más ricos desde el punto de vista económico, político y social. Circunstancia esta que de alguna manera estimula ciertos fenómenos como los nacionalismos, la xenofobia, el populismo y el fascismo.

Como podrá observarse el declive del capitalismo globalizado no es un asunto casual. Dicho proceso se manifiesta cuando en medio de las crisis más profundas y recurrentes del sistema capitalista se comienzan a presentar índices cada vez más bajos de crecimiento económico y desarrollo social y no obstante los avances tecnológicos que contribuyen al aumento de la producción de bienes y servicios; además del aumento creciente del parasitismo de sus clases dirigentes que ya no cuentan con la vitalidad para dirigir los asuntos del Estado y de la sociedad, lo cual tiende a extenderse y a intensificarse con la aparición de un proceso de descomposición a todos los niveles de la vida de la sociedad, en lo que algunos politólogos califican como una verdadera “policrisis” del capitalismo globalizado que en las actuales circunstancias se viene agravando con las pandemias recurrentes que rondan el planeta, la guerra de Ucrania, las migraciones y la seguridad de los Estados.

La aplicación de la teoría según la cual es posible superar la hiperglobalización capitalista a partir del surgimiento de una nueva y mejor globalización como así lo sugiere el autor del artículo de la referencia, resulta a la postre inviable en tanto que las viejas y desuetas relaciones económicas, políticas e ideológicas en que se sustenta el sistema se han convertido con el paso del tiempo en un freno incontrolable que conduce al desaprovechamiento de la riqueza social, al estancamiento y decadencia de la vida económica y social que no se podrán superar sino se sustituyen dichas relaciones con otras de carácter progresista y revolucionario que condicionan el avance de la sociedad a un nivel superior de desarrollo, el cual sin embargo, no tendrá un carácter continuo ni rectilíneo y sin traumatismos y retrocesos, lo que hará que en muchos casos dichas fuerzas se detengan en virtud de diversos factores que se oponen a su avance.

En general no compartimos la hipótesis según la cual es posible lograr que de las cenizas de la hiperinflación surja una mejor globalización, lo que según se dice dependerá de las decisiones correctas que se tomen en este caso y creyendo seguramente las fantasías que plantea su colega Joseph Stiglitz quien afirma en términos generales “que si bien es cierto que con la globalización se ha concentrado la riqueza social en manos de los super monopolios y centralizado el poder en cabeza de poderosos gobiernos corporativos hay que ser optimistas frente al porvenir económico del mundo capitalista que tendrá que ser más igualitario en la medida en que responda a las necesidades de todos los ciudadanos y no de unos pocos”; palabras altisonantes con las cuales se pretende ocultar el contenido esencial de la globalización en tiempos del capitalismo monopolista de Estado y con lo cual se contribuye a deformar la propia realidad.


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