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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
El populismo ha tomado un gran auge en diversos países del mundo capitalista globalizado, con el surgimiento de amplios movimientos y nuevos partidos políticos que compiten entre sí por el acceso al poder del Estado profesando diferentes ideologías que expresan los intereses de determinadas clases y grupos sociales en que se encuentra dividida la sociedad.
Su irrupción en la vida social y política está relacionada en la actualidad con la crisis general del sistema capitalista, la cual está determinada por una serie de factores socioeconómicos, sociopolíticos y culturales. En las condiciones del régimen capitalista los populistas tienden en muchos casos a convalidar las políticas económicas y sociales del mismo, una vez logran afianzarse en el poder; en tanto que en otras ocasiones no se subordinan a la hegemonía impuesta por las clases dominantes, al tiempo que buscan la forma de desmontar las políticas de los gobiernos que han sido depuestos del poder en la lucha política.
Cuando esto no sucede, los populistas consiguen la aprobación de una serie de reformas en materia económica, política, social en favor de determinadas clases y sectores sociales que son objeto de la explotación económica del trabajo, la discriminación por razón del género, raza, ideología, cultura, etc., pero sin que se modifiquen las bases mismas del sistema capitalista, lo cual tiene por objeto atenuar los efectos funestos del capitalismo salvaje de estirpe neoliberal impuesto por el gran capital financiero nacional e internacional.
Con el acceso al poder de varios dirigentes populistas en países como Mexico, Brasil, Argentina, Colombia, etc., no se alteran de todas maneras la continuidad del régimen capitalista, no obstante las diferencias existentes entre dichos países y el curso que toman los populistas conjuntamente con las acciones de las denominadas clases medias y populares, que en general han perdido la confianza en sus gobernantes que buscan reproducirse en el poder en medio del denominado “libre juego político” que opera en las elecciones que se realizan en dichos países.
No hay que olvidar que para los líderes populistas la voluntad del gobernante debe identificarse con la voluntad del pueblo e interpretar sus intereses y necesidades independientemente de los antagonismos de clase que se expresan en la sociedad. En términos generales, los populistas se valen de las reformas para introducir cambios en el oren establecido, lo cual casi siempre se relacionan con aspectos atinentes al trabajo, la salud, las pensiones, la justicia, los impuestos, y la tenencia de la tierra en el campo y en las ciudades, además de proponer modificaciones en la estructura del Estado y nuevas reglas que garanticen la ampliación de la democracia participativa de los ciudadanos en la vida económica, política y social.
Dichas reformas constituyen además una forma sutil y refinada de atenuar las contradicciones sociales y conflictos que surgen en el seno de la sociedad, sin que con ello se logren erradicar las causas de los fenómenos que los producen, agudizándose de esta manera la situación social y la posibilidad de lograr un verdadero cambio social.
Esto desde luego no significa que las reformas son en sí mismas inconvenientes, sin entrar a constatar si las mismas contienen aspectos positivos relacionados con la conquista de nuevos derechos y libertades en favor de la mayoría de la población y de aquellas clases y sectores sociales a los cuales se les arrebataron sus derechos como sucede por ejemplo, con los trabajadores, campesinos, ya que de lo que se trata es de avanzar en la lucha social por la construcción de una sociedad mas justa y equitativa, con una paz estable y duradera, con una democracia amplia y progreso material y espiritual en igualdad de condiciones para todos los integrantes de la comunidad.
En este sentido las reformas constituyen un subproducto de la lucha social, que por su parte no se puede concebir como un fin en sí misma, lo cual puede apartar a las fuerzas democráticas y progresistas del cumplimiento de sus tareas cardinales al frente de la lucha política y social por el cambio que requiere la sociedad.
El populismo de derecha reviste diversas formas y expresiones y se encuentra ligado a determinados grupos sociales, atados a fenómenos como el fascismo, el racismo, la xenofobia y su presencia creciente en la actualidad se ha convertido en una amenaza y en un peligro no solo para la convivencia social sino para la ampliación y desarrollo de la democracia, en tanto que el mismo se vale en muchos casos de la violencia como instrumento de lucha para defender sus propuestas en materia económica, política y social.
Los sectores sociales del populismo liberal, social-demócrata y de la izquierda radical que incluso han logrado acceder al poder del Estado, argumentan que el progreso y el futuro de la sociedad dependen en fin de cuentas del modelo que se adopte pata gobernar, el cual como sabemos recoge elementos esenciales del régimen capitalista con algunas modificaciones producto de la lucha social de los trabajadores y del pueblo, que no afectan su esencia económico-material sobre la cual se sustentan las políticas sociales de los Estados capitalistas que hoy conjuntamente con sus instituciones atraviesan por una etapa de declive derivada de la crisis general del capitalismo y el aumento del parasitismo de sus clases dominantes que necesariamente llevarán a las fuerzas políticas, democráticas y progresistas a luchar por un cambio social mediante el cual se genere la posibilidad de sustituir el viejo régimen capitalista por otro que garantice la igualdad, la libertad, la solidaridad, la justicia social, la democracia, la paz y el progreso material y espiritual del pueblo en general.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social
