El germen de la corrupción

Por Carlos José Holguín |
301

El germen de la corrupción en Colombia está en el pernicioso y mafioso sistema electoral que se alimenta de dos grandes males, el altísimo abstencionismo y la falta de financiación estatal. La combinación de ambos elementos termina siendo el escenario perfecto para que los corruptos salgan elegidos y luego cobren las famosas coimas que les permita recuperar lo gastado o devolver la plata prestada, generalmente de dudosa procedencia.

La alta abstención, más del 60% de las personas habilitadas para votar no votan, termina permitiendo que verdaderas minorías clientelizadas elijan a nuestros gobernantes, estos pequeños feudos hay que tenerlos  bien aceitados, es decir bien financiados, para que el día de la elección coloquen la cifra exactamente calculada por el político de turno con lo cual garantiza su elección, sin tenerse que preocupar de hacer buenas propuestas, estar bien preparado o tener una hoja de vida idónea y trasparente, pues finalmente su pequeño feudo debidamente remunerado producirá los votos necesarios para salir elegido sin tenerse que preocupar de nada más.

Adicionalmente la no existencia de financiación estatal le da una ventaja adicional al corrupto que al no tener escrúpulos de ninguna clase es capaz de hipotecarle el alma al diablo con tal de conseguir los recursos necesarios, que luego deberá devolver, para poder garantizar su elección, o peor aún su reelección con lo cual personas nuevas, renovadas que quieren servir honestamente quedan en una posición de terrible desventaja.

Siendo Embajador de Colombia en Ecuador me tocó presenciar muy de cerca la elección Presidencial de Rafael  Correa, un desconocido profesor universitario, de origen humilde, de poco mas de 40 años, enfrentado al todo poderoso veterano archimillonario bananero Alvaro Noboa  en un país con mucha corrupción, pero con voto obligatorio, de tal manera que por muchos que fueron los millones de dólares que Noboa se gastó fue imposible comprar la elección. Allá la palabra compra de votos no existe, pues es inocuo comprar el voto cuando la elección ya no depende de un pequeño feudo sino de todo un país o una ciudad que va a salir a votar así sea por obligación. Estoy seguro que sin voto obligatorio Correa  jamás hubiera podido ser Presidente de Ecuador.

Colombia no puede seguir eludiendo estas reformas con argumentos peregrinos de que el voto es un derecho que se es libre de ejercer o no. El voto es ante todo un deber ciudadano y si no se cumple como sucede reiterativamente en Colombia, con lo cual se hace un daño inmenso a nuestra democracia y facilita la corrupción política, pues hay que ponerlo obligatorio, eso no nos va hacer ningún daño y por el contrario le daría una nueva oportunidad a la política.

Igualmente no podemos seguir dejando la financiación de la política a la corrupción con el pobre argumento  ¿de dónde va a salir la plata?. Si se están robando 55 billones de pesos al año en corrupción según la ANDI, allí está la respuesta. La financiación estatal combinada con controles muy rígidos sobre las campañas y los candidatos, bajara tremendamente los costos de las campañas, y garantizara uniformidad en la disposición de recursos, cambiando definitivamente el inequitativo balance de fuerzas en donde hoy en día lo que más incide en el éxitos o fracaso de una campaña es el dinero, dejando en un segundo plano programa, preparación, trayectoria, idoneidad y transparencia del candidato. Ese desequilibrio también ha minado nuestra democracia y estimulado la corrupción a los niveles que hay la estamos viendo.

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial