La lucha contra la pobreza en el campo

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

Desde algunos sectores económicos y políticos se habla de la necesidad de “reducir la intensidad de la pobreza en el campo”, mas no de erradicarla pues ello implicaría un cambio estructural de la propiedad de la tierra, con el cual las clases dirigentes del país no están de acuerdo ni dispuestas a realizar dicho cambio sin afectar sus intereses económicos y sociales.

Al mismo tiempo se afirma que sacar a los campesinos de la pobreza constituye una prioridad del Estado, para lo cual habrá que hacer una gran reforma agraria que tenga por objeto impulsar el crecimiento y desarrollo rural que genere bienestar para los 14 millones de campesinos de los cuales 5 millones se encuentran en la pobreza absoluta según el censo agropecuario del 2019.

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De haberse aprobado dicha reforma que hoy tratan de revivir en el Congreso, se estaría desconociendo el contenido de los acuerdos de paz suscritos en La Habana

Mientras tanto, desde hace algún tiempo el partido de gobierno (Centro Democrático) presentó en el Congreso de la República un proyecto de ley de reforma a la ley 160 de 1994 (ley sobre la estructura agraria), que según  algunos sectores constituye un retroceso en materia de reforma agraria, ya que pretende introducir una serie de cambios que afectan la economía campesina generando una mayor concentración de la tierra en pocas manos, además de precarizar aun mas el trabajo de campesinos, pequeños y medianos agricultores, que hoy atraviesan por una difícil situación económica y social.

De haberse aprobado dicha reforma que hoy tratan de revivir en el Congreso, se estaría desconociendo el contenido de los acuerdos de paz suscritos en La Habana, en donde se establece la necesidad de realizar una reforma agraria integral, que implica no solo incrementar la productividad del trabajo y con ello aumentar la rentabilidad económica y social, sino de atender las necesidades básicas insatisfechas de la población rural, con la creación de nuevos puestos de trabajo y el acceso a los servicios públicos, la educación, la salud, la vivienda, la infraestructura, etc.

Desde luego de lo que se trata en este caso no es simplemente de reducir el impacto que causa la pobreza en el seno de la población campesina, tal como es el propósito de quienes consideran que la pobreza es algo connatural y por tanto carente de causas originarias y de la posibilidad de remover aquellos obstáculos que impiden distribuir la tierra de manera equitativa y de dar un trato igual a los campesinos en cuanto a la distribución del producto del trabajo y del desarrollo de la producción agropecuaria y agroindustrial, teniendo en cuenta el aporte de la comunidad campesina y del volumen de los bienes y servicios recibidos, al tiempo que deberán crearse los fondos de consumo para atender las necesidades comunes de los campesinos y pequeños agricultores.

Ahora bien, no obstante las diferencias existentes entre el campo y la ciudad, el hecho de que las condiciones de pobreza en el campo sean peores que en los centros urbanos no significa que se deba pasar por alto las causas que originan la pobreza, las cuales dependen en fin de cuentas de la existencia de un sector minoritario de la sociedad que se apropia de la riqueza social producto del trabajo de miles de campesinos y de trabajadores del campo y de la ciudad pertenecientes a diversas clases y grupos sociales ampliándose la brecha social entre el campo y la ciudad en donde crecen el desempleo, la informalidad, en medio de la concentración de la riqueza de grandes terratenientes, ganaderos e inversionistas nacionales y extranjeros, aumentándose la pobreza, la desigualdad y la injusticia social. 


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