La política como fuerza transformadora

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

Siempre se ha dicho que la política es el arte de gobernar a los pueblos desde el Estado, siendo esta una actividad vinculada con las relaciones entre las clases, grupos sociales, naciones y Estados, cuya esencia consiste básicamente en conquistar, mantener y afianzar el poder como forma de dirigir en general los asuntos políticos de la sociedad y del Estado en interés de las clases económica y políticamente dominantes.

La política guarda estrecha relación con la ideología y la sicología de las masas, su cultura y todos aquellos aspectos integrantes de la superestructura que surgen con el desarrollo de la sociedad derivada en última instancia de la situación económica correspondiente al proceso histórico social.

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La política puede convertirse en una fuerza transformadora e impulsora del desarrollo de la sociedad, siempre y cuando refleje las necesidades del desarrollo de la vida material y espiritual orientada y dirigida por los partidos y movimientos políticos. También puede interferir o retrasar el destino de los procesos de cambio y de transformación de la sociedad, con la adopción e implementación de toda clase de medidas políticas encaminadas a mantener el statu quo o que simplemente no corresponden con las necesidades y la realidad que vive la gente, en tanto que constituyen paliativos que en nada contribuyen a resolver los problemas de la sociedad. Y de ahí que las políticas no se pueden realizar por fuera y al margen de las necesidades e intereses comunes de las clases sociales, pueblos y naciones que integran la sociedad.

La política interior determina la política exterior del Estado, la cual debe comprometerse con los procesos de paz, del progreso y de la democracia, a partir de la cooperación y la ayuda mutua entre los Estados, pueblos y naciones, en la lucha liberadora por su independencia e integración contra la guerra y la agresión de aquellos Estados imperialistas.

La política debe contar con el apoyo constante de amplios sectores sociales dispuestos a respaldar en todo momento las medidas políticas y reformas que se requieren para realizar los cambios sociales lo cual demanda de una conexión orgánica de los partidos y movimientos políticos con la política y el propósito permanente de trabajar y de organizarse con el fin de garantizar el verdadero sentido realista de la misma, al tiempo que será indispensable asignar un papel importante a la educación política de las masas y a la preparación de sus cuadros dirigentes en todas las esferas del conocimiento, tanto de la ideología como de la  ciencia, el arte, la moral, las tecnologías, etc.

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Finalmente, el apoliticismo conduce al agravamiento de las condiciones sociales de los ciudadanos que no participan en dicha actividad, al tiempo que el activismo radical de algunos dirigentes conduce en muchos casos al anarquismo; conceptos estos que son aprovechados por los sectores políticos opuestos al cambio para afianzar su poderío y reprimir al pueblo desde el Estado o a través del empleo de las organizaciones del que dispone el sistema político de clase.

La existencia de partidos y de movimientos políticos aliados que hacen parte de una determinada coalición tienen la obligación de definir con toda claridad los objetivos de la lucha política a fin de fortalecer sus organizaciones, en tanto que sus diferencias conceptuales no deben interferir los dictados del programa político de cambio y de transformación además de participar en su concreción encabezada por el partido de gobierno al frente del Estado.


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