El presidente Petro

Por Carlos Cuervo |
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Carlos Armando Cuervo Jiménez

Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial


Ingenuamente aguardaba que después de su difícil y conflictiva administración frente a la alcaldía de Bogotá, Gustavo Petro hubiera madurado en sus excesos de temperamento, elocuencia desbordada y egolatría.

Las decisiones tomadas desde la semana pasada entre las cuales se destacan, enfrentar con su reforma a la salud sin consensos a los partidos tradicionales afines en su coalición de gobierno y luego en esta semana, reemplazar a ministros necesarios para mantener un equilibrio con el viejo establecimiento, me despiertan los temores de encontrarnos de nuevo con un izquierdista casca rabias, escaso en su razonar y ajeno en el dirimir las controversias.

Su viejo método de intentar escandalizar al vulgo para obtener apoyo popular a sus polémicas propuestas, y su desprecio por cuidar las mínimas maneras de gobernar a 50 millones de personas con el manido argumento de su mayoría de electores, que no alcanzaron ni a los once millones y medio, menos del 23% de los habitantes del país, demuestran que ha emergido de nuevo el activista incendiario que se emociona fracturando el tejido social al polarizar y dividir con el odio de clases a nuestra violenta sociedad.   

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Además olvida con una prepotencia insoportable que en esos once millones doscientos ochenta y un mil novecientos votos, tuvo electores de centro, cansados de Duque y su espantoso desgobierno.

Con escasos ocho meses de gobierno nos regresó al pasado tormentoso frente al distrito capital. En donde quemó uno de los mejores gabinetes por sus excesos protagónicos y su demencial ego.

Solo que ahora arriesga es a toda Colombia, su estabilidad económica, su equilibrio social, pues su lucha de clases ahonda nuevamente conflictos y violencia entre los colombianos.

¿Hasta dónde será capaz de llevarnos, me cuestiono con temor?

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¿Para qué arriesgó el comportamiento macroeconómico, al cambiar a su ministro de Hacienda, cuando tiene mucho trecho por caminar?

¿Estará dispuesto a incendiar a Colombia con tal de radicalizar y ejecutar sus temerarias reformas sin consenso?

Preguntas difíciles, con respuestas extravagantes.

Ahora sí se visualizan tiempos de inestabilidad, fomentados por este señor que no tuvo en cuenta su gran momento electoral para convertirse en un estadista de la izquierda moderna, ajena a conflictos de clases y la retórica populista de los resentidos sociales.

Ojala su ceguera política no nos lleve a nuevos terrenos de violencia desbordada.

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