Estimulación del consumismo

Por Luz Betty Jime… |
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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

El consumismo hace parte de la cultura de masas impuesta por la sociedad capitalista contemporánea como producto de la actividad empresarial y comercial, con la cual se genera un modo de vida que estimula el individualismo, el prestigio social y el bienestar material de diferentes clases y estratos sociales en ascenso en el escalafón económico y social.

Por el contrario, el consumo productivo tiene por objeto satisfacer tanto las necesidades de la producción como de los individuos en general. Dicho consumo es el que se realiza por los individuos al utilizar diversos productos, bienes y servicios para satisfacer sus necesidades materiales y culturales en cuanto a la alimentación, el vestido, calzado, vivienda, educación y de la adquisición de otras mercancías de amplio consumo que se ofertan en el mercado.

Durante la época de crisis económica agravada en este caso con la pandemia del COVID-19, el consumo de bienes y servicios se restringe, incrementándose el stock de mercancías en los depósitos y bodegas, los cuales no son adquiridos por los consumidores debido a la pérdida de su capacidad de compra, derivada del desempleo que conducen a un mayor empobrecimiento.

En tales circunstancias se genera una gran contradicción que tiende a agudizarse entre los diferentes eslabones de la producción y el consumo, relacionados con el intercambio y la distribución de los bienes, productos y servicios que complican aún más el acceso a las mercancías por parte de los consumidores en general.

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Dicha contradicción trae como consecuencia el cierre de empresas y el aumento del desempleo

Dicha contradicción trae como consecuencia el cierre de empresas y el aumento del desempleo que se extiende a todos los niveles de la actividad económica, aumentándose con ello la pobreza y la desigualdad social en el seno de la población urbana y rural.

Para manejar dicha contradicción, los industriales y comerciantes de común acuerdo con los gobiernos de turno apelan a lo que en la actualidad se ha denominado en el país como “el día sin IVA” con el cual se aspira a vender una gran variedad de mercancías que no se habían logrado colocar en el mercado y con bajos precios para los consumidores, con el propósito de recuperar los costos y obtener ganancias exentas de impuestos.

Para tal efecto se ha establecido en el país una nueva jornada de tres días sin IVA dentro del marco de la reactivación económica, que de acuerdo con estimaciones realizadas por FENALCO podría dar lugar a ventas comerciales por cerca de 18 billones de pesos, lo que representa un aumento del 35% en comparación con las jornadas realizadas en el año 2020, a la vez que las plataformas digitales esperan un crecimiento del 120% frente al movimiento de un día común y corriente, según cálculos provenientes de la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico.

De esta manera el estímulo al consumo es utilizado no como un producto social para satisfacer las necesidades tanto materiales como culturales de los individuos, sino para resolver la contradicción que se generó con la crisis económica y sanitaria, la cual muy poco beneficiará a las clases y grupos sociales que se han empobrecido y que no podrán adquirir las mercancías para satisfacer sus necesidades básicas, en una sociedad en donde no se asegura el crecimiento constante del consumo para satisfacer las necesidades de toda la comunidad sino de un determinado sector social a expensas de estimular el consumismo de clase, grupo social o individual.


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