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Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.
Para algunos sectores de opinión la recuperación de la ciudad de Cali de la grave crisis que afronta, dependerá de que se pueda compartir un “proyecto inclusivo de ciudad”, que tenga como propósito la unidad de acción de los gremios, la academia, el gobierno municipal, la iglesia y demás organizaciones sociales.
Dicha propuesta tropieza en la práctica con la percepción de un vasto sector de ciudadanos que no creen en dichas organizaciones y de un gobernante que pierde su capacidad de liderazgo y el apoyo de sus electores y, de una clase dirigente que ya no tiene la vitalidad para orientar el destino de la ciudad y de sus habitantes lo cual tiende a extenderse a todos los niveles de la vida política, económica, social e institucional.
Esta circunstancia ha contribuido al agravamiento de los problemas de la ciudad más allá de los límites habituales, especialmente con la crisis económica y sanitaria, generándose con ella una mayor insatisfacción que en esta época se expresa a través de la protesta social y la movilización popular por el cambio social.
Y de ahí que se considere que la ciudad y sus habitantes estén expuestos a soportar una situación que tiende a agudizarse con los conflictos sociales que se presentan motivados por el empobrecimiento de la gente, el desempleo y la falta de oportunidades de trabajo estable y duradero, la ausencia de una verdadera democracia participativa y decisoria y la restricción de los derechos y libertades ciudadanas, fenómenos que no podrán superarse con la conciliación de las clases y la paz social que se proponen en torno a un proyecto de ciudad concebido bajo la consigna de la “unidad de todos los caleños” con el fin de superar la crisis de una sociedad mediatizada por la demagogia, la politiquería y la corrupción, enmarcadas en las políticas públicas dirigidas a beneficiar a determinados sectores sociales de la ciudad.
Es tiempo de que se descorra el velo que cubre la indolencia de algunos funcionarios y se determine la responsabilidad política y moral de alcaldes y concejales que amparándose en sus fueros y competencias no han permitido que se examine su gestión administrativa “con ojo retrovisor” como se dice en el argot popular, para de esta manera comenzar a realizar un balance de la gestión pública y determinar las verdaderas causas de los problemas de la ciudad, frente a los cuales las autoridades municipales no ofrecen alternativas de solución diferentes a la implementación de las viejas y desuetas fórmulas políticas con las cuales tan solo se pretende paliar los problemas de la ciudad y de sus habitantes
En este caso no se trata de afirmar que la ciudad se acerca a una situación sin salida de la crisis institucional o que para superar las dificultades sea necesario adoptar una serie de reformas encaminadas a garantizar en apariencia el bienestar general de los caleños, con las cuales se maquilla la crisis y se ocultan sus verdaderas causas.
Mientras tanto las clases dirigentes se valen de la polarización para dividir aún más a los caleños ad portas de que se consolide el proceso de una eventual revocatoria del mandato del alcalde Ospina con lo cual tampoco se resolverán los graves problema de la ciudad y de sus habitantes, en tanto de lo que se trata es el de adoptar una nueva política integral de desarrollo y crecimiento de la vida económica, política y social a cargo de las fuerzas democráticas y progresistas con la participación de los ciudadanos en la recuperación de la ciudad, mediante la lucha social y pacífica por el poder en donde las mayorías electorales se comprometan a defender la mayoría de la población y no las minorías como ha sucedido con los gobernantes de turno.
Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social
El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social
