Aquí en el Congreso de la Republica

Por Juan Felipe Mu… |
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Juan Felipe Murgueitio

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Colombia depende de Estados Unidos. Eso ha sido cierto hace bastante tiempo, y pocas veces se ha evidenciado como en los últimos meses

 

Colombia depende de Estados Unidos. Eso ha sido cierto hace bastante tiempo, y pocas veces se ha evidenciado como en los últimos meses, en los que hemos vivido la campaña presidencial norteamericana como si fuera en nuestro propio territorio: asumimos que la polarización actual es un reflejo exacto de la que tienen allá, y nos acomodamos en los dos extremos (no hay más opciones). El uribismo con Trump, el “centro”, petrismo y el resto de la izquierda con Biden. Vimos cómo congresistas, dirigentes y hasta alcaldesas metieron la cucharada, manifestando explícitamente qué candidato preferirían en el poder. Y aunque el debate en redes estuvo repleto de lugares comunes y argumentos falaces (para sorpresa de nadie), lo cierto es que las elecciones del 3 de noviembre en USA son de vital importancia para nuestro país.

Hace tiempo que la vida colombiana se realiza con una mirada puesta en el norte. Nuestra economía, nuestras políticas públicas, nuestros gobiernos, hasta nuestra cultura se han visto permeadas por lo que pasa en Estados Unidos. Es nuestro principal aliado en el mercado, sí, pero la relación es mucho más profunda. Desde el “I took Panama” de Roosevelt, pasando por el TLC, el Plan Colombia y hasta la Guerra Contra el Narcotráfico, hemos sido subordinados de nuestro “hermano mayor”. Esto de por sí no es malo, hemos sido beneficiarios de una relación larga, que ha rendido frutos en términos de inversión y respaldo de parte de la principal potencia mundial.
 
Sin embargo, hemos importado rasgos políticos preocupantes, como la división nacional con base en preferencias políticas, incluida la confusión ideológica que identifica a los activistas actuales: Trump, Uribe y Duque son “derechistas” proteccionistas y de Estados fraternos; Biden, Sanders, Petro, Fajardo y demás son renovación y anti-establecimiento, cuando llevan décadas viviendo del Estado. Heredamos la falta de liderazgos saludables de nuestro socio internacional, y a partir de ahí surge esta pregunta: ¿debemos esperar a que surjan líderes sensatos y decentes en Norteamérica para encontrarlos acá? Esperemos que no.

El martes tuvimos un ojo en el conteo de las presidenciales y otro en la plenaria de Cámara, porque estuvo buenísima. En el orden del día hubo tres proyectos de acto legislativo: el que regula el uso de cannabis recreativo (Gaceta 999); la reforma política (Gaceta 1116); y el que prohíbe las semillas transgénicas en Colombia (Gaceta 998). El primero parte de una discusión posiblemente trascendental en el país, y que ya hemos revisado en otras entregas. La argumentación de ambas partes tiene puntos válidos, y se impuso la visión prohibicionista. Aunque el proyecto se hundió, no hay duda de que, para bien o para mal, nuestro país se ha encaminado hacia la legalización y regulación del cannabis recreativo.

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El segundo ha sido motivo de controversia recientemente: en primer debate se aprobó la creación de más curules en Senado, con el argumento de “mejorar la representatividad regional” en la Cámara Alta (lo cual es absurdo si pensamos que la circunscripción regional ya existe en la Cámara de Representantes). El Proyecto tiene virtudes, como la propuesta de listas cerradas, por ejemplo. Lo interesante es que se acumularon dos iniciativas de reforma política, una del Centro Democrático y otro de un grupo más variado (alternativos, liberales, etc.). Vale la pena presenciar el debate para, entre otras cosas, ver hasta dónde están dispuestos los políticos del Congreso a comprometerse con transparencia, equidad y austeridad en su labor.

Finalmente, el proyecto que prohíbe las semillas transgénicas plantea aún otro debate espinoso. La argumentación de sus autores, liberales y verdes en su mayoría, parte de razones ambientalistas y de salud, lo cual es válido. Del otro lado se encuentra el desarrollo productivo del sector rural, su fortalecimiento tecnológico y su competitividad en el mercado nacional e internacional. Básicamente, la producción mundial se ha decantado hacia semillas transgénicas, y limitar esa posibilidad a los productores locales implicaría una de dos: o no tienen cómo competir con productos importados, o toca cerrar fronteras. Ambos escenarios pintan bastante mal. Es muy importante ver qué respuestas tienen los autores.  Vea la plenaria de Cámara aquí.

Las comisiones primeras tendrán sesiones conjuntas para seguir discutiendo el proyecto de reforma al Código Electoral, el cual puede revisar en la Gaceta 1170– vea el debate en el canal de la Comisión. Las económicas (terceras y cuartas) continúan el debate del presupuesto de Regalías para el próximo bienio. Como se manifestó en este espacio, el tema es relevante para las regiones del país, particularmente las más pobres y las que producen energías fósiles no renovables (vea el proyecto aquí y la discusión acá). La Comisión Segunda tiene pendiente, aún, la discusión del tratado de Escazú. Debería tener lugar esta semana aquí.

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La Comisión Quinta de Senado tiene citado un debate de control político para “Situación actual de la industria, reservas y política regulatoria del gas natural y GLP en Colombia, así como el mercado de transporte, comercialización y tarifas a los usuarios”, con participación del ministro de Minas y otros directivos relevantes del sector. Véalo aquí. La Comisión Sexta debatirá el proyecto de Ley de Turismo, que fue aprobado la semana pasada en plenaria de Cámara. Solo le faltan dos debates para ser aprobada como Ley de la República (vea la transmisión aquí y el texto en este link). La Ley de Vivienda (que pasó por Cámara la semana pasada) fue aprobada este martes en Plenaria de Senado, garantizando un gran logro para el ministro Malagón.

Hace semanas dijimos que las campañas presidenciales empezaban, y hoy no puede haber duda: tenemos alineamiento de políticos colombianos con candidatos presidenciales en USA, dos referendos (uno de ellos predicado en una mentira bastante absurda, pues no existe en Colombia revocatorio a presidentes) que han aglomerado las principales fuerzas electorales a su alrededor (Petro y Uribe), y una puja permanente en el Congreso de visiones de país opuestas. Algo que se intuye es que estos debates, que politizan aún más a Colombia, traen por fin temas de relevancia al debate público, buscan involucrar al electorado con herramientas democráticas, y plantean preguntas sobre qué futuro queremos para el país. No podemos decir que esos sean los objetivos de las iniciativas mencionadas (los fines son evidentemente electorales), pero al menos ahora parece haber una ganancia para la ciudadanía. La crisis que vivimos, la división profunda que atestiguamos y la desconexión evidente del grueso de los políticos colombianos amerita que participemos en estos y todos los demás espacios que se abran en el futuro. Dependemos de nosotros mismos.

Extras

En algunas zonas de Cali, el Haloween de este año pareció más una película de La Purga que otra cosa. Caravanas, peleas, fiestas masivas, lo que se le ocurra se vio en la ciudad. Por muchas fotos que suban nuestros secretarios y subsecretarios municipales, no vemos resultados por ningún lado.

La temporada de fútbol nacional, sudamericano y europeo es un salvavidas para muchos. De no ser por el constante flujo de partidos (ligas, copas, torneos continentales), el día a día sería aún más difícil de digerir. Se debe hacer un reconocimiento especial a Cristiano Ronaldo, que regresó de su cuarentena por COVID con un doblete estruendoso en la Serie A.

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