Luz verde al tercer Festival de Cine de Cali

Por Redaccion Cali… |

Por: Redacción arte y cultura

El alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, la ministra de cultura, Mariana Garcés Córdoba, en rueda de prensa llevada a cabo en el Centro Cultural de Cali (antigua FES), anunciaron la realización de la tercera versión del Festival de Cine de Cali. El ministerio, liderado por una caleña, apoyó al festival con recursos y logística. En el mes de noviembre, entonces, se organizará el evento más importante del cine del suroccidente colombiano. Buenas nuevas para la comunidad del celuloide, o del video, para ser correctos técnicamente.

Hay, sin embargo, una responsabilidad implícita en la aceptación de los recursos. La medida de este compromiso está dada en la cantidad de nuevo público que el festival pueda cultivar o atraer por primera vez. No cabe duda, la población general de la ciudad consume cine. Los canales nacionales, de señal abierta, y los canales por subscripción, ofrecen una miscelánea (qué palabra tan fea) de títulos. Las obras que se perfilan en el festival, por otro lado, pertenecen a una selección mucho más elaborada, que permite a los asistentes acceder a contenidos vanguardistas o especializados, que permitirían una contemplación más acertada del mundo, que aportan sensibilidades e información que le podrían ser útiles a la formación mental de los individuos y al de la comunidad en general. Este tipo de producciones usualmente demoran mucho en llegar a la parrilla televisiva, si es que llegan. Film & arts, Cinemax, los que pueden pagar HBO y sus derivadas, algunas en Movicity y otras que se me van son las únicas alternativas posibles para quién quiera disfrutar de películas diferentes. La mayoría de estos canales de consumo especializado están del canal 35 para arriba. El caleño promedio no llega hasta allá, regularmente. Otra opción viable es la de conseguir este material a través de torrents. Esto le plantea un problema a la comunidad: primero, la gente común no tiene ni puerca de qué es un torrent. Segundo: la Ley Lleras. Habrá que ver hasta dónde permea el libre acceso a los consumos culturales descargables de internet. En suma, si bien hay formas de llegar a estas producciones de alto nivel (¿lo son?), la mayoría están muy por fuera del alcance real de cualquier peatón.

El festival, más que incluyente, debería tornarse invasivo. Proyectores por toda la ciudad, presentando en espacios adecuados para tal, producciones cinematográficas que jamás pescarían en un zapping regular; ataque masivo a los centros culturales en los barrios y veredas; estrategias publicitarias y de mercadeo para permear la mayor cantidad de personas posibles, involucrándolas en el festival, generando expectativa, vendiendo la idea; partidas destinadas al Festival de cine y video comunitario, organizado por Mejoda, que ya tiene una plataforma de exhibición y realización de material audiovisual destinado al consumo en el Distrito de Aguablanca. Dejar a un lado a estas comunidades, por ahora reacias a este tipo de cine, es subestimarlos per se. Es, además, una forma muy inocente de dejar pasar la oportunidad de fomentar la defensa del festival por la comunidad. Hace unas semanas, cuando se anunció la cancelación del festival de este año, la comunidad académica y cinematográfica, y algunos interesados por fuera de estos círculos, inundaron el facebook con quejas y reclamos. Muy pocos caleños del común, por otro lado, lo hicieron. Esto deja en claro que el festival no se ha integrado a los eventos imprescindibles del año, para el común de la gente. Cancelen la feria de Cali y verán como el 90 % de la ciudad salta a defenderlo. Habría linchamientos, quema de edificios públicos. Esto no pasa con el festival, porque el hombre de a píe no lo extraña, no lo ha tomado como propio. La estrategia que desarrollen las directivas del festival para hacerlo viable, económicamente, debe incluir un plan de popularización del festival.

Ahora escuchemos (o sea, leamos) a la ministra de Cultura, en declaraciones a Caliescribe.com, al final del evento, para que sea ella la que aclare cifras y compromisos:

“El festival es una espacio que Cali no se puede permitir dejar morir. Es muy importante por la serie de aportes que hace esta ciudad a la dinámica de la construcción de un cine nacional.”

“Ningún evento de este tamaño se puede resolver en un día. Es parte de un proceso de la comunidad. El estado, a partir de lo que puede aportar las secretarías o los ministerios, sólo puede ser un facilitador. Ellos no se inventan nada, sin ustedes, las comunidades no podríamos representar a Colombia, con todas sus diferencias”

“En esta oportunidad el festival va a costar 400 millones de pesos. Desde el ministerio esperamos aportar 200, la alcaldía pone otros 200. Ya vendrá todo el trabajo de las entidades privadas, de las universidades, de los medios de comunicación, que por cierto siempre han sido muy generosos con este festival. La idea es poder incrementar esa cifra.”

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