Viche y toma seca, ¿negocio en manos de quién?

Por Redaccion Cali… |

Por redacción cultura

Al igual que en ediciones anteriores el pasado Festival Petronio Álvarez la zona de comidas estaba dentro de la zona cerrada. Al hacer fila para entrar al lugar usted se podía topar con varios vendedores que le recomendaban comprarla afuera. Una botella de viche a $10.000. Un precio estándar que siempre se mantuvo, incluso, con el pasar de las ediciones del mismo.

Pero esta vez se pudo notar un incremento en el número de vendedores externos. Tal vez el evento haya logrado el título de legendario, y atraiga comerciantes de todos los rincones del pacífico. La formación cerrada que se puede ver en las institutrices del evento ha sido defendida por las comunidades afro y las administraciones. Se da por sentado que el negocio de comida adyacente a las marimbas se repartirá entre cooperativas y las comunidades, muchas de las cuales provienen de los mismos municipios que los músicos.

Sin embargo hay exclusión entre las mismas comunidades. Muchos de los vendedores externos fueron increpados por los que si tenían un local al interior, cuando estos entraron a vender su producto, al mismo precio o más barato, al área restringida de comidas. La respuesta de todos fue la misma: indignación, no podían creer que se les hubiera cerrado la oportunidad de comerciar en igualdad de condiciones, como otros miembros de su comunidad.

Los vendedores internos alegan que ellos deben pagar por los servicios eléctricos y por las instalaciones, que hay una cuota por el lugar. La secretaría de cultura se ha jugado una carta blanca con la patente de corzo que les entregó a las comunidades, y no ofrece negociar directamente con los vendedores y productores de productos del pacífico que se quedan por fuera de las casetas.

“No hay espacio para nosotros en la convocatoria. Allá en los pueblos uno no tiene acceso a las fechas y otras cosas. ¿Cómo venimos desde tan lejos con lo que nosotros mismos hemos hecho, invirtiendo tiempo y dinero para que nos dejen vender’ La queja es de Ruth una joven que viene desde Timbiquí con varias cajas de viche y crema para vender.

Es difícil controlar a los vendedores y organizar un evento eficiente, en términos logísticos y económicos, sin un empadronamiento y la distribución de permisos, los cuales permiten control en la calidad de los productos y la protección del legado de las comunidades, resguardando su sustento económico, desprendido del festival. Hay que guardare espacio también para los miembros de estas comunidades que han invertido un dinero en la compra de los productos típicos, sin dejar el orden a un lado. La organización debe dar a conocer en las comunidades productoras las reglas y fechas de la convocatoria y facilitarle a la mayor cantidad posible de personas su ingreso en esta venta millonaria.

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