Colombiano cuenta su increible experiencia en el Tsunami de Japon, Cronica

Por Andrés Belalcázar |

Cuando el mar abrazó la tierra

 

Por Alex Watanabe

Recuerdo ese día como si fuera ayer. Aunque, cuando vives en Japón por largo tiempo, los sismos no son cosa que te aterre demasiado. La capital Nipona ha sufrido muchos sismos durante su historia. Eran las siete de la mañana de un Jueves como cualquier otro, ya estas predispuesto, te faltan tan solo un par de días para descansar tranquilo el fin de semana. A esta altura del año se ha acabado el frio intenso del invierno, los arboles adquieren sus hojas y todos esperamos con ansias la hermosa primavera. A nadie se le pasaba por la cabeza, que ese mismo día ocurriría una de las mas grandes catástrofes naturales que haya azotado a Japón.

Recibía inducciones de procesos y control de calidad en mi trabajo, hace poco que me había mudado de Tokio a la provincia de Satte, ubicada al norte de Japón, en busca de menos stress y algo de tranquilidad. Como era prácticamente nuevo en la planta, las personas y el ambiente que me rodeaba era también nuevo para mi. Me fui a almorzar con mi compañero, entre charlas y risas, conversando de todo un poco se nos fue la hora y regresamos rápidamente a trabajar. No habían pasado ni diez minutos, cuando de repente se empieza a mover todo, paredes, columnas y estantes. Yo no sabía, que después de este día, mi vida me iba a cambiar tanto. Al estar algo acostumbrado a los sismos, al principio creíamos que esto iba a pasar rápido, y que volveríamos a trabajar normalmente. Pero este día no fue así.

El pánico de todas las personas, incluyendo los mismos Japoneses, fue lo más impactante. Nos juntamos en un grupo de 10 a 15 personas y empezamos a correr desesperadamente dentro de la planta buscando la salida a los parqueaderos. Uno de los jefes, tuvo el coraje para abrir varias puertas que se habían quedado atrancadas debido al fuerte sismo. Fue algo muy desesperante, porque tenía que estar corriendo, vigilando el techo, vigilando el suelo para no tropezarme y evitar que algo me cayera en la cabeza. Después de muchos esfuerzos conseguimos salir del primer piso de la planta hacia los parqueaderos.

Éramos unas 400 personas. Estábamos todos juntos en el mismo parqueadero, yo no conocía a nadie ahí, solo mi compañero de inducción y ya. Me sentía muy confundido y mi compañero no podía llamar por teléfono a su esposa que había tenido su primer hijito. Cuando todo el mundo estaba más tranquilo porque el sismo se había calmado, comenzó de repente a moverse la tierra de nuevo, con la misma o mas intensidad que antes. Las personas empezaron a gritar, especialmente las mujeres, nadie quería quedarse en ese parqueadero, todos nos queríamos ir para las casas y estar con nuestros seres queridos. En ese momento también se podía ver que todos los camiones parqueados alrededor del complejo se movían de derecha a izquierda, asimismo algunos andamios junto al edificio principal también se movían bruscamente, y la tierra no paraba de moverse.

El primer sismo sucedió mas o menos a las dos y cuarenta de la tarde, y ya eran las cinco de la tarde y la tierra se seguía moviendo. Ya a esta hora lo único que querías hacer era tomarte algo de agua o comer un pan, pero las instrucciones de los bomberos y de los jefes de control de seguridad decían que teníamos que tener paciencia, que todo iba a salir bien y que no habían personas muertas ni heridas. Bueno, para mi eso fue importante, por lo menos estábamos todos bien. Pero, la insistencia de mi compañero al que llamare Juan, porque no me acuerdo de su nombre, de llamar a su esposa ya me estaba comenzando a preocupar, el se veía muy confundido, mucho mas que yo, y no era para menos. Entonces comenzamos a intentar llamar por teléfono, pero todas las líneas celulares estaban caídas, nadie podía usar el teléfono para llamar.

Irónicamente Facebook, una de esas redes sociales que hay hoy en día, fue la que nos posibilito comunicarnos con la gente. Al parecer el sistema de comunicaciones 3G no tiene nada que ver con las líneas telefónicas celulares. Mi buscador de internet de mi teléfono celular funcionaba a las mil maravillas, así como las redes sociales, Yahoo Messenger, etc… Eran ya las seis de la tarde y repito, la tierra no para de moverse, después de casi cuatro horas del primer sismo, la tierra no para de moverse. Y es que yo no sabia lo que había pasado en realidad, yo pensé que era un gran sismo que daño muchas cosas y que fue muy fuerte y ya. Pero por los mensajes que aparecían en mi muro de Facebook y por las llamadas del Messenger de otras personas que no viven en Japón, poco a poco fui entendiendo que lo que movió y sigue moviendo a la tierra no era un terremoto, sino el mas grande tsunami que haya afectado a esta isla en su historia. Juan consiguió comunicarse con su esposa y al parecer todo estaba bien.

Las personas que nos encontrábamos en ese parqueadero comenzaron a disminuir, poco a poco la gente comenzó a tener un poco de confianza para entrar en el edificio, retirar sus pertenencias e irse para sus hogares. Y así lo hizo Juan, se despidió de mi y nunca lo volví a ver mas. Por el contario, yo quería como ayudar un poco a recoger el desorden. Cuando regrese al edificio, no reconocí nada de donde estaba. Todas las cosas estaban en el piso, además de que todo estaba encharcado, al parecer las mangueras de los compresores y otras maquinas incluyendo los baños se había reventado. Dentro, todo era un caos, nadie sabia por donde empezar, o como empezar. Aquí me di cuenta que este pueblo Japonés es muy unido y muy echado para adelante. Yo me quede como hasta las ocho de la noche ayudándolos, pensando que me iba a poder devolver a mi casa tranquilamente, en bus o en tren. Pero no fue así, tal vez yo estaba muy desentendido con la dimensión de lo que podía traer a una economía fuerte un desastre de estos. Al salir de la Empresa rumbo a mi casa las cosas no podían ser peores. Las calles estaban llenas de gente, que al igual que yo regresaban a sus hogares. Yo ya estaba con mucha sed y hambre, me quería comer algo, entraba a todos los convienence store por los que pase, y nada. No había nada de nada. La comida se había acabado, la única esperanza era mi apartamento. Pero tampoco fue sencillo llegar al apartamento. Sin taxis ni buses, me toco caminar hasta mi casa.

Camine durante tres horas sin parar. No paraban de llegar mensajes a mi Facebook, y yo quería saber o por lo menos ver con mis propios ojos que fue lo que paso en realidad. Era ya tarde, cuando mire el reloj eran como las once y media de la noche, estaba cansado y con mucha hambre pero me alegre mucho cuando abrí la puerta de mi apartamento ya que estaba con demasiado cansancio, tanto mental como corporal. Todo lo que estaba en los estantes estaba en el suelo. Mi cama estaba muy separada de la pared, como si alguien la hubiera movido. Muchas cosas quebradas, platos y vasos. Me pregunte como hubiera reaccionado yo, si el terremoto me hubiera cogido en el apartamento. Pero por lo menos había comida.

Al ver las noticias en el televisor todo era peor de lo que yo me había imaginado. Este gran tsunami había dañado la planta nuclear de Fukushima, ocasiono también un gran incendio en una refinería de gasolina e hizo estallar una gran planta de gas en el estado de Chiba. La gente que estuvo afectado directamente al tsunami lo perdió todo. Era muy triste ver como las casas enteras flotaban por las aguas, carros, camiones y pequeños yates y botes todos flotaban y nadie podía hacer nada al respecto. Era muy triste verlo. Tengo varios amigos de esa región, la región Noreste de Japón, muy reconocida por tener un muy buen pescado, era una región netamente pesquera y poco poblada pero por la densidad que tiene Japón, sus habitantes son varios millones de personas.

Caí como una piedra en mi cama, estaba muy cansado y confundido, mi teléfono todavía no funcionaba y pensando en mis familiares lo único que se me ocurrió fue postear mi situación el muro del Facebook, decirle a la gente que estaba bien y que no se preocuparan.

Al otro día nadie se preocupo por trabajar, por lo menos yo no. Continúe limpiando y organizando mi apartamento y aunque la tierra se seguía moviendo, ya no era tan fuerte como el día anterior. Intentaba llamar pero nada, salía a la calle, y no habían lugares abiertos, no había nadie en las calles, la mayoría de personas se fueron donde sus familiares y se podía ver mucho el recogimiento de la gente.

Después de vivir por largo tiempo en Japón, de ver como el avance la tecnología es tan masivo, después de ver a un País tranquilo, como lo es Japón, con mucha seguridad social, después de cómo hacer un resumen total de mi vida en Japón, después de hacer todo esto, me di cuenta que la naturaleza es mucho mas fuerte que un gran imperio tecnológico. Me di cuenta lo poco que somos ante una naturaleza furiosa y me di cuenta también de que a veces solo pensamos en el dinero y de que hay cosas mucho mas profundas que el dinero. A veces por estar trabajando y trabajando, nos olvidamos a veces de compartir con nuestra familia y amigos. Debemos encontrar un balance que nos permita darles tiempo a ellos y a veces hasta a nosotros mismos de que la vida solo es una y de que la naturaleza, nuestro cosmos, es el todo y que por mas avanzados que seamos, nunca podemos ir en contra de la naturaleza.

Si no te pasa nada grave durante una tragedia de estas, puedo decir que lo peor se viene después de la tragedia. Para poder transportarte tienes que tener carro o ir a una estación de tren para moverte, pero, si no hay gasolina y tampoco energía suficiente para mover los trenes, las cosas se empiezan a poner deprimentes. Al pasar los días, la situación no era la mas alentadora.

El primer ministro de Japón, anuncia en la televisión que los incidentes del 11 de Marzo han sido catastróficos para el país y pide a todos en el mundo ayuda para poder contrarrestar el choque del tsunami y anuncio recortes de energía a nivel nacional. Era la primera vez en quince años que abría la nevera de mi apartamento y la luz no se encendía. Si me quería mover de un lugar a otro, tenia que ser dentro de los horarios establecidos y generalmente los trenes se movían muy despacio, porque de todas maneras los temblores seguían azotando la isla. Les dicen aftershock en ingles, y según los especialistas fueron unos 150 durante los primeros días después del tsunami. Yo ya no estaba como muy contento por todo lo que estaba pasando, me sentía impotente y en muchas ocasiones aburrido por todo lo que estaba viviendo.

Entonces comenzó lo que yo diría, el cambio mas drástico de mi vida.

Mi familia comenzó a comunicarse casi diario conmigo, me preguntaban como estaba y les dio alegría que no me hubiera pasado nada grave. Pero lo que mas me desconcertó, fue mi hermano. El estaba demasiado preocupado por el hecho de yo seguir viviendo allí. El me decía que las noticias eran catastróficas, que los niveles de radiación eran demasiado altos y que lo mejor seria devolverme para Colombia. Pero ese tipo de noticias no eran las que estaba viendo yo en la televisión Japonesa.

Al parecer el gobierno Japonés quería, por decirlo así, tapar un poco la situación, engañando al pueblo y así lograron confundirme mucho mas. Yo no sabia a quien creerle, y las múltiples llamadas de mis padres a Japón me hacían confundir mucho mas. Sentía que era mejor estar con ellos pero nunca llegue a imaginar que me devolvería a mi País de origen. Cuando dormía en las noches, temblaba tan fuerte que me despertaba, con bastante susto por cierto, y después de eso ya no podía dormir mas. Tener que ir a trabajar, mas las incomodidades que estaba pasando me tenían desesperado y decidí llamar a una aerolínea y preguntar si tenían tiquetes para Colombia. Me dijeron que los vuelos comerciales internacionales estaban todos cancelados y que en cuanto vuelvan a aparecer me tocaba esperar el turno de la gente que estaba programada antes de mi. El plan para devolverme se desvanecía mas y mas.

El aburrimiento y desanimo se iban aumentando mas y mas y yo no quería estar mas en Japón. Dentro de mi decía que esperaría un par de meses, hasta que pueda conseguir un tiquete y me devolvería para Colombia, cosa que tampoco paso.

Un día recibí otra llamada de mi Mama, esta vez parecía que me quería contar algo, ella andaba algo desesperada por mi situación y sin preguntar por mi esta vez, me dijo: Mijo, el gobierno Colombiano va a mandar unos aviones a Japón para traerlos, porque no averiguas a ver que te dicen. Ya habían pasado unos cinco días después del tsunami y yo veía que casi nada cambiaba positivamente y decidí mandar mi documentación a la embajada de Colombia. No esperaba mucho, porque sabia que éramos muchos los colombianos que vivimos en Japón y nunca pensé de que hubiera cupo para todos, pero en la tarde de un sábado, un día en el que no esperas llamadas de la embajada, me llamaron. Confirmaron mi deseo de irme y me dijeron que me esperan en el aeropuerto internacional de Narita (Tokio) el lunes al medio día.

Yo no lo podía creer. Estaba contento pero indeciso. Era sábado y yo tenia que empacar mis cosas en menos de dos días. Antes de darle la noticia a mis Padres lo medite un tiempo. Quería saber primero como es que me iba a llevar todo en una sola maleta de equipaje, condición que me pusieron los de la embajada. Pues me llevo lo mas importante y el resto lo mando por barco, me dije yo, y así hice. No tenia mucho tiempo, así que empaque todo, me despedí de mis amigos mas cercanos y de algunos familiares lejanos que tengo por allá y llame a mi jefe, le explique la situación y me fui para el aeropuerto.

Las FAC, con ayuda del gobierno Chileno y Venezolano mandaron dos aviones a Japón para traer con ellos, nacionalizados de Colombia, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela que se encontraran en la isla Nipona. Mi familia parecía que estaba mas contenta que yo y me desearon la mejor de las suertes en el viaje de regreso.

Cuando viajaba en el tren rumbo al aeropuerto, mi mente se elevaba bastante alto, y se me venían muchas imágenes a la cabeza, muchos recuerdos buenos y malos, tenia también mucha ansiedad por ver mis Padres y amigos. Son quince años que estaba dejando atrás por motivos ajenos a mi condición o a mis actos. Fue muy triste dejar a este pueblo tan luchador, pero yo solo no les podía ayudar en nada. Por cosas de la vida, me case en dos ocasiones, pero no nunca tuve hijos ni personas que me obliguen a quedarme.

El 11 de Marzo del 2011 fue un día que cambio la vida no solo de mi, sino de muchas personas. Nunca imagine que me fuera a pasar a mi. En ese tren rumbo al aeropuerto prácticamente recordé mi vida entera en Japón, porque cuando llegue al aeropuerto ya no había tiempo de nada. Eran muchas las personas de sur América reunidas, a algunos los había visto en otras ocasiones, otros eran amigos que hace tiempo no veía, en fin, ya no podía pensar en mi vida sino en como me las iba a arreglar de hoy en adelante. Estábamos todos muy contentos, parece que no hubiera ningún tsunami, todo era alegría y abrazos.

Ayu, que mi Dios te bendiga a ti y a los tuyos.


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