¿Un POT para niños?

Por Benjamin Barne… |

 

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.


Igual que El Quijote para niños de Arturo Pérez-Reverte, Camacol ha producido una cartilla para que los constructores caleños tengan fácil acceso al POT, cuyo largo nombre, “Guía práctica para el desarrollo de proyectos urbanísticos y arquitectónicos. Acuerdo 0373 de 2014.  POT de Cali”, ya es en si mismo una contradicción pues un plan de ordenamiento territorial ante todo debería ser directo y breve.

Usos del suelo permitidos en los primeros pisos y arriba, alturas mínimas y máximas, aislamientos mínimos a los lados y atrás, líneas obligatorias de paramento a las calles, y, lo mas importante: respeto por la arquitectura de las construcciones vecinas existentes. Y por supuesto incluir los estándares aceptados para alturas entre pisos, ancho mínimos de puertas, escaleras de evacuación, ventilación e iluminación de los diferentes recintos, servicios básicos y estructuras sismo resistentes.

Lo contrario es decir, por ejemplo, que: “Los establecimientos industriales, comerciales y de servicios localizados con anterioridad a la entrada en vigencia del presente Acto en áreas no permitidas por el mismo y que no cuenten con el uso del suelo respectivo, podrán solicitar el reconocimiento de uso de suelo, para mantener su localización y el desarrollo de su actividad. Para obtener el reconocimiento de usos del suelo el establecimiento deberá cumplir como mínimo con las siguientes condiciones:” y siguen seis requisitos burocráticos (Artículo 300 del POT).

Pero al final un Parágrafo concede que: “Se exceptúan de los numerales 4 y 6 los establecimientos gastronómicos del Barrio San Antonio en virtud de lo dispuesto en el parágrafo del Artículo 125 del presente Acto. Dichos establecimientos deberán contar con insonorización, mitigación de impacto ambiental y estarán sujetos a la formulación de un Esquema de Implantación y Regularización.” Habría que ver cuantos cumplen con estas condiciones, pero en la práctica Planeación no cuenta con los recursos para hacerlo, y sigue el ruido y el atropello de los carros.

El hecho es que 25 propietarios de hoteles y restaurantes ubicados en el barrio serán certificados y de paso convertirán la zona en un ‘Territorio de Excelencia’. Desde hace un año el ministerio de Comercio, en alianza con Propaís y con el apoyo de la Cámara de Comercio de Cali, empezó el proceso, y en lo primero en que se trabajó fue en una caracterización del sector para proceder a la intervención, como si no existiera un POT vigente.

Con los diferentes empresarios se crearon acuerdos para potencializar el turismo y salvaguardar el barrio, considerado patrimonio histórico de la ciudad, lo que como ya se sabe en otras partes es un asunto complejo, dirigidos a unir esfuerzos para fortalecer su seguridad, lo que es bienvenido, e incrementar y fomentar una sana convivencia en el sector, lo que lamentablemente no es cierto precisamente por lo del ruido y los carros.

Tal parece que ahora lo que procede es hacer una “versión para adultos” de la cartilla de Camacol, igual que habría que hacerla de las versiones infantiles de María y El Alférez Real que hizo Julio Cesar Londoño a pedido de la Gobernación, es decir, volver a los originales, pero en el caso del POT a uno breve y práctico; como redactado por Londoño, precisamente, mas sin sus ironías; con las de las infantiles normas actuales basta.

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