5 x 2 = 10

Por Benjamin Barne… |

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.


Hacer bien la cuentas en Cali debería implicar multiplicar en vez de apenas sumar, y además mal. Es decir, hay que pensar en soluciones radicales, integradas y globales que sean parte de un plan vial y de usos del suelo, alturas, aislamientos y densidades, que es lo que tiene que ver con las ciudades, pues el resto de las normas de construcción tiene que ver es apenas con los edificios. Sin embargo hay algunas medidas que se podrían emprender ya pues ineludiblemente serían parte de ese plan.

Por ejemplo, los giros a la izquierda demoran en los semáforos el tránsito, y sería mejor hacer “orejas” sobre las manzanas adyacentes retornos, en donde se pueda. Y ya es posible poner semáforos sincronizados que generen olas verdes, lo que sería mas económico que los “hundimientos” en la Calles 13 y 16 con Carrera 100, por supuesto mejor que puentes, de los que se ya se comenzó a hablar de nuevo, pero que se podrían hacer después, ya con un POT de verdad, pues al contrario de los semáforos no se pueden cambiar ni reubicar.

Es en el empate del callejón de las Chuchas con la carretera a Jamundí en donde sí que habría que construir ya un cruce a dos niveles, previendo desde luego su prolongación hacia el Oriente; y hacerlo por etapas si es del caso, es decir comenzando por los tramos rectos diagonales para los giros a la derecha, y primero por el de norte a occidente. Por allí, completando las dos calzadas, se llegaría derecho al Colegio Bolívar, a las universidades de San Buenaventura y Javeriana y al ICESI.

Pero por supuesto hay que mejorar el transporte colectivo, mas esto pasa por mejorar primero la infraestructura vial por la que se mueven los buses (cuyo eje central debería ser el corredor férreo) ya que no hay que olvidar que, como señala Manuel Herce (El negocio del territorio, 2013), las infraestructuras definen el modelo de las ciudades, y desde luego aumentar la frecuencia con que los buses cubren las diferentes rutas, no apenas la cantidad de pasajeros que lleven.

Y, pasando a otro aspecto, las calles se inundan, interrumpiendo el tránsito, no por las bienvenidas lluvias sino por que no cuentan con desagües suficientes para cuando el caudal aumenta mucho y muy rápido. Sin embargo la solución no es aumentar el alcantarillado sino detener las avenidas en todos los afluentes del río Cauca con reservorios en cada uno en la parte baja de la cordillera, los que, hay que repetirlo, serian parques y pequeños acueductos y hasta podrían generar energía.

Las normas para las ciudades y la Policía para controlarlas además de vigilar a los ciudadanos, y palabra que tiene el mismo origen de “polis”,  ya existían desde el Imperio Romano (Herce, pp. 24 y 25), pero en Cali además de la precariedad de su POT y de las distintas normas que de él supuestamente se derivan, no hay una autoridad que vigile su cumplimento y mucho menos la Policía Nacional, mientras que la Policía Municipal, usual en muchas partes, ni siquiera existe.

Como dice Herce (p. 34): ”La historia es una fuente ineludible de conocimiento, y de ella cabe extraer el referente a la manera como la construcción de infraestructuras ha afectado a la organización, física y social, de la ciudad y del territorio”. Y la de Cali es muy reciente y comienza cuando es escogida en 1910 como la nueva capital del nuevo Departamento del Valle del Cauca, hace poco mas de 100 años, y se olvido que primero está su comarca: el valle del río Cauca, y dentro de él su área metropolitana.

 

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial