¿Qué está pasando con la seguridad en Cali?

Por Jaime Salazar |

Cali vive un semestre negro. Suma 923 muertes, a pesar de un plan de choque con 1300 policiás. La prensa ahora la llama “la Sucursal del Crimen”, acorralada por cientos de bandas delincuenciales, como los fleteros que asesinaron un médico la semana anterior. La tendencia negativa se mantiene, las medidas no ayudan, la policía se siente abandonada por la administración que le pasó la papa caliente de la inseguridad. ¿Cuántos muertos más pondrá la Sociedad Civil antes que pase algo?

Desde hace unas semanas las cifras de inseguridad en Cali dominan la prensa nacional “la Chicago Criolla”, titula Semana, “Cali, atraso en inversión en seguridad” destaca El País.

La alarma llegó hasta el alto gobierno que junto a la Alta Consejería de Seguridad se inventaron el ‘Plan Integral de Intervención’. Cuando las tropas coparon la sultana de entrada incautaron dos millones 700 mil dosis de alucinógenos, capturaron 1600 personas por diferentes delitos entre ellos, 8 extraditables de la organización Los Rastrojos.

Las Cifras van y vienen. En sólo 35 días se recuperaron 56 carros y 128 motos hurtadas, se incautaron 410 armas de fuego. Superlativas portadas venden los tabloides con sus primeros planos de charcos de sangre; titulares como “Cali está peor que Ciudad Juárez” o “A Cali nos la han convertido en un infierno”, como declara un conocido locutor de Todelar.

Pero las frías y antipáticas cifras se estrellan con las historias reales, con los dramas de familias cuyo hijo fue atracado, secuestrado o asesinado, porque las estadísticas oficiales traen siempre algún manejo, algún guarismo de mejoría, pero el optimismo de los funcionarios no se compadece con la realidad de las calles, los barrios y los Hospitales, donde si llega el CTI a recoger los cadáveres.

Cali, “la sucursal del Crimen”

Cifras de la Policía hablan de 13 oficinas de cobro en Cali, 120 pandillas juveniles con un ejército de 1.700 jóvenes armados. Según un oficial de inteligencia citado por Semana: "El negocio ahora no es enviar coca a Estados Unidos, porque sale muy caro, sino venderla aquí mismo. Solo en Cali tenemos detectados 270 puntos móviles de expendio".

En los turbulentos años del narcotráfico, Cali tenía 130 homicidios por cada 100 mil habitantes, hoy en día la tasa es de sólo 69. En declaraciones públicas, el comandante de la policía de Cali, General Miguel Ángel Bojacá, admite que sigue siendo un promedio terrible; el pasado jueves mataron siete personas, 4 dentro de residencias: “Hemos hecho análisis criminológicos que nos han permitido confirmar que el 46% de los homicidios de Cali son por intolerancia social, riñas familiar, venganzas personales; otro 30% lo pone el narcotráfico, y otro porcentaje menor la delincuencia común” declara Bojacá.

Uno de los casos que más despertó el repudio e indignación fue el asesinato del médico Carlos Felipe Betancourt el pasado 6 de Julio. El oftalmólogo de 47 años, padre de dos bebés, llevaba 20 años trabajando en la profesión, con un postgrado en epidemiología en Londres; pero su brillante carrera fue borrada de tajo por fleteros por robarle un millón 500 mil pesos.

Después del lamentable homicidio, la policía ofreció $70 millones de recompensa, reforzó la seguridad en la zona de Tequendama, para mostrar hechos frente a las manifestaciones convocadas por el Hospital Departamental.

Este caso se suma a otra lista de casos repudiables, como el de dos ancianas degolladas en su vivienda el pasado 7 de junio, el descuartizamiento de Álvaro Gallego Peláez, empresario del salón Las Vallas, el asesinato de la empresaria Marial Olga Sanclemente, en confusos hechos, y muchos otros casos que diariamente estremecen la ciudad.

 

La alcaldía dejó sola a la policía con la inseguridad

El pasado 20 de junio, Cali, Jamundí y Yumbo registraron 10 asesinatos en 10 horas, la prensa corrió a publicar: “Cali, un muerto por hora”, se ofrecieron otros 50 millones de pesos por informaciones. La cosa no pasó a ‘mayores’ porque la policía declaró que eran vendettas entre narcos.

Y no pasa nada. el Alcalde Ospina repite su discurso herido, la autoridad monta su espectáculo para la prensa, con términos grandilocuentes como ‘plan candado’ o el novedoso ‘plan cuadrante’; ofrecen recompensas tan jugosas como la gravedad del caso, hace tomas espectaculares, retenes viales y operativos en barrios periféricos para capturar ‘sospechosos’ que luego debe liberar.

Por ejemplo, en sólo 4 días de junio la policía capturó a 561 personas, pero luego, el 79% fueron liberados, ¿Qué pasa, entonces para qué los capturan? Se quejaba un ciudadano. De los 1300 uniformados traídos por Naranjo, 700 se quedarán hasta diciembre cuidando el Mundial Sub 20 ¿y luego… qué?

En declaraciones radiales, el Ing. Edgar Montaño se pregunta: “¿fracasó el plan de Choque?” ¿Se dejó todo el peso de la seguridad sobre los hombros de la policía? El fortalecimiento de la justicia quedó sólo en aumento de penas, que va a congestionar más las cárceles. ¿Está sola la policía? Le preguntaron al general Bojacá:

Hay veces que uno se siente solo, es verdad; pero no debemos ser cortoplacistas, no podemos pedir que la intervención haga milagros, en tendencias que vienen de muchos años, estos problemas que están muy enquistados en la sociedad”.

Porque más allá de los positivos, la inseguridad sigue ahí, tan campante como siempre. Tras el sonado Plan de Intervención de Junio las cifras mejoraron levemente, los homicidios disminuyeron un 38%, es más fácil manejar esa idea, nadie se pregunta ¿Qué significa ese número? Cuántos muertos: 21 personas. Decir, junio registró “tan sólo” 34 asesinados contra los 55 de 2010 es inmoral, aunque es una mejoría. Y cuando pase el alboroto policial, los atracadores, los fleteros, apartamenteros, jaladores y el hampa en general volverán a sus andanzas.

 

Es la economía… “estimado alcalde”

No es el pie de fuerza, ni los operativos, el tema de la inseguridad obedece al deterioro de los indicativos sociales, otras cifras también frías, pero no menos preocupantes: Cali llegó a una pobreza del 32% (cifra del secretario de Planeación Juan Carlos López), mucho más alta que el resto del país, el desempleo en Cali, es el más alto de las grandes ciudades llegando a un increíble 15,4% según el DANE; en Bucaramanga, por ejemplo, es de tan sólo 9,7%, Bogotá llega al 9,9% y Barranquilla al 9,3%. Con la informalidad que supera el 35% de la población económicamente activa, el problema social en empleo es superior al 50% de la P:E.A. ,lo cual asusta y debe preocupar.

Entre tanto, el alcalde Ospina se permite invertir $83.500 millones en el estadio, la cifra más alta del país, pero sólo destina en el 2011 un irrisorio rubro de $18mil millones a la seguridad. El dos veces el comandante de Policía de Cali, general José Roberto León, líder operativo del Plan de Intervención y quizá quién más sabe de la seguridad de Cali en la Policía, había advertido que Cali necesitaba $200.000 millones entre el 2007 y 2010 para consolidar una política de seguridad, en lo que llamó “Plan Maestro”. De esa inversión, una apática administración sólo ha destinado hasta ahora un 30%.

En cambio, en los “Guardas Cívicos”, un polémico programa denunciado por las veedurías ciudadanas como innecesario, Ospina se permite gastar $50.000 millones de los caleños, para pintar barandas y sostener cuotas burocráticas del concejo.

Frente a las críticas, y sin recursos ya, Ospina debió vender a última hora las acciones del Banco Popular que aún tenía en municipio por escasos $6 mil millones. Pero no alcanzaba. Debió entonces pedirle ayuda al presidente Santos, quien en Mayo le extiende la mano con 700 policías permanentes para la ciudad.

 

Cali marcha acéfala y sin liderazgo

Será por eso que el propio director de la policía, general Óscar Naranjo dijo que “Cali era una ciudad urgida de liderazgo”, en declaraciones al rotativo El País el pasado 11 de junio, el General de la Policía habló sin tapujos ni presiones: “Si en las calles hubiera una expresión de liderazgo más fuerte, la gente dejaría de pensar que Cali es un infierno.

Cuando uno camina por Cali encuentra una ciudad totalmente informalizada, donde la autoridad está totalmente desvanecida y donde tomar decisiones desde una sola entidad, como la Policía, produce una especie de rebelión ciudadana para abandonar la ilegalidad”.

Pero Alcalde y Concejo Municipal hicieron oídos sordos a las críticas del General Naranjo. Y es que ellos no han querido entender que con paños de agua tibia no se arreglan los problemas de Cali. Tampoco trayendo más policías. Cali tiene un policía cada 270 habitantes, superando el promedio nacional de un policía cada 300, pero ni aun así la seguridad mejora.

Si Cali llegara al ideal de un policía por cada 230 habitantes (según cifras de Naranjo) no cambia la tendencia, aun si pusiéramos un policía en cada esquina la pobreza y la miseria no cambian, el desempleo y los problemas sociales tampoco, y son ellos, la verdadera causa de la descomposición social, en palabras de Fabio Rodríguez, ex presidente de la Cámara de Comercio por 18 años, “una sociedad no puede considerarse saneada y en el camino acertado del desarrollo, si una parte de sus ‘asociados’ está excluida de la posibilidad de supervivir dignamente”.

 

Perdimos el año (¡y el cuatrienio!) en seguridad

La seguridad es otra materia perdida de la administración municipal. No se trata de pasarle la papa caliente a la policía y esperar milagros. En 2010, el alcalde Ospina se quejaba ante los medios de los 4 asesinatos diarios que se cometían en Cali, e instaba a mejorar la situación; pero en el 2011, en términos de acciones y presupuesto hizo muy poco, por eso las cifras empeoraron aún más, ahora se cometen 5 asesinatos diarios.

La inseguridad se le salió de las manos al alcalde, se salió de control y de toda lógica, porque el tema de la seguridad, articulado a lo social, es producto de un manejo acéfalo y corrupto de la ciudad, tanto, que Ospina prefirió no hacer rendición de cuentas; y sobretodo, producto de una ciudad que privilegió el concreto y le dio la espalda al distrito, al Oriente, a los desplazados, a los desocupados, a los pobres de todos los colores, y con ello sembró vientos, para ahora, cosechar las tempestades de la violencia.

El general Naranjo llamó a la reflexión a los líderes de la ciudad, a la dirigencia gremial y política, para vencer la resignación: “Veo una sociedad anclada al pasado, pensando en el narcotráfico como un fantasma del que no ha podido deshacerse. Atribuyéndole al narcotráfico buena parte de sus males, pero sin encontrar otro anclaje”.

Aunque solo faltan escasos 5 meses largos, el Alcalde Ospina debe convocar a la ciudadanía para concertar salidas, echar mano de la Participación Ciudadana, tan escasa en su gestión, para buscar soluciones a nuestros problemas como sociedad, no puede seguir manteniendo su imagen a punta de encuestas nebulosas y estrategia de marketing, mientras la ciudad se desangra y los caleños siguen poniendo muertos y heridos en las odiosas cifras de la degradación social.

Jaime Salazar C.
Reportaje especial para Caliescibre.com

 


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