La Secretaría de tráfico y transporte

Por Benjamin Barne… |

Benjamín Barney Caldas (especial para Caliescribe)

Esta secretaría debería ser una autoridad única del tráfico y el transporte colectivo público y privado, para lo cual debe contar con el personal idóneo, pues la lamentable realidad es que no queda duda de que nunca lo ha tenido con la experticia adecuada. Más de la mitad de la señalización y demarcación de las vías de la ciudad es tan anti-técnica que los agentes de tráfico son los primeros en incumplirlas amén de que tampoco saben manejar, como tampoco lo saben la mayoría de los conductores, o no lo pueden aplicar pues incluso puede resultar inseguro. Además en la ciudad ni siquiera se aplican algunas normas nacionales existentes, que por lo demás son adaptaciones no siempre coherentes de las internacionales. Y el hecho es que no existen en la universidades del país programas de posgrado de ingeniería y de diseño viales.

Cómo explicar de otra manera que se mantengan en Cali señales, demarcaciones y normas que ya no se usan en muchas partes . Como el tener las dos calzadas de una vía con el mismo sentido de circulación o los cruces a la derecha en rojo, o que los “amarillos” sean demasiado cortos, o que los semáforos no tengan tiempo para los peatones ni que estén coordinados electrónicamente, o que no exista el “ceda el paso” ni se entienda que el “pare” es total, o que no se use el “prohibido entrar” en lugar de las “flechas” y se desconozca el “prohibido parar”. O que los carriles no sean continuos, ni se agreguen y desagreguen en lugar de dividirse o juntarse. O que no haya sitios de espera para los taxis. Para no mencionar los “policías acostados” y los inútiles puentes peatonales con que han llenado la ciudad.

Y por supuesto, debe ser una secretearía que trabaje conjuntamente con las demás organismos de Municipio, y bajo la coordinación de la Secretaria de Planeación. No tiene sentido que se hagan vías rápidas para después ponerles reductores de velocidad, ni que se permita aumentar el parque automotor para después restringir su uso con medidas como el “pico y placa” que a la larga lo que hacen es que las familias tengan un tercer carro. Es preciso entender que el tráfico y el transporte tienen que ver con el crecimiento del perímetro urbano, la renovación de sus diferentes zonas, la densificación de la ciudad y su zonificación, el uso del suelo, los impuestos predial y de industria y comercio, y no apenas con los problemas de la movilización interna existente y la de la región inmediata.

Es la única manera de planificar el tráfico y el transporte, a largo plazo y para beneficio de todos, en una ciudad cuyo suelo es propiedad privada y con el cual no solo se negocia si no que se especula, especialmente cuando la ciudad crece mucho y muy rápido. Su planificación vial y de transporte debería ser una consecuencia de un plan integral urbano arquitectónico de la ciudad,  que incluye por supuesto en primerísimo lugar la movilización de sus habitantes, pero en Cali parece estar es al servicio de los transportadores privados y los comerciantes de automóviles. No se entiende que la gran diferencia entre las ciudades tradicionales y las modernas es precisamente la invasión de aquellas por los automóviles y sus desmesurados tamaños para transportar  a cualquier hora casi siempre apenas una  o dos personas. 

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