Una Pócima Idiotizante

Por Eduardo Rodríguez |

Por Eduardo Rodríguez (Coscorrón)

“Es acertado pensar que los políticos nos están envenenando".

Resultan desconcertantes las imágenes de televisión donde aparecen muchísimas personas lanzando vivas al destituido alcalde de Bogotá Samuel Moreno momentos después de ser detenido, acusado de gravísimas conductas que han afectado, de manera peligrosa, el futuro de la capital de la república y por consiguiente la calidad de vida de sus habitantes incluyendo a los que proferían vivas.

Igualmente, tenemos el derecho a sentirnos perplejos cuando escuchamos en la radio declaraciones de gentes de sectores populares dándole su aprobación a las actuaciones del Alcalde Jorge Iván Ospina, ignorando, consciente o inconscientemente, que los sueños faraónicos de Ospina son los únicos causantes de la angustiante y crítica situación de las más de 100.000 familias caleñas de estratos 1,2,3 y 4 que no han podido comenzar a pagar al municipio las cuotas por las mal llamadas megaobras y quienes enfrentan hoy el riesgo inminente de perder sus viviendas embargadas y rematadas por la administración municipal.

Es válido que las gentes tengan como referentes sociales a personas destacadas en sus actividades. Ese culto a la personalidad de quienes han hecho bien sus deberes con la sociedad, aunque puede parecer perfectamente válido, también puede ser criticable cuando sobrepasa los lógicos y razonables niveles de reconocimiento colectivo y comienza a acercarse a un indeseable nivel de estulticia que es el que podemos ver en los dos comportamientos mencionados antes, relacionados con Samuel Moreno y Jorge Iván Ospina.

Esta memez colectiva de hoy es similar a aquella que protagonizaron, años atrás, ciudadanos y ciudadanas de Cali que asistieron por miles al homenaje de desagravio a un alcalde después de salir de su “confortable detención” en un cuartel de la policía. En esa misma ocasión alcanzamos a escuchar, atónitos, las declaraciones a la radio de una supuesta líder ciudadana cuando justificó ese acto de enmienda colectiva reconociendo que el dicho alcalde aunque había delinquido había hecho obras públicas.

Como es una constante en la vida nacional esta clase de vergonzosos comportamientos ciudadanos, pensamos que es válido sospechar que la clase política de nuestro país posee el secreto de una pócima idiotizante con la que no solo ha agotado la inteligencia colectiva, sino también ha logrado extinguir los niveles de indignación.

Eduardo Rodríguez  (CaliVerde)

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