Clima y arquitectura en Cali

Por Benjamin Barne… |

Por Benjamín Barney Caldas

En Cali se presentan temperaturas templadas y parejas a lo largo del año, y se pasa por la “zona de confort” tres veces al día casi todos los días. Fácilmente se podría contar con mucho mas iluminación natural, y tener de nuevo una climatización pasiva y,  en los casos en que el aire acondicionado sea ineludible, reducirlo al máximo. Pero hay que resolver problemas como los aguaceros venteados, el polvo y especialmente el ruido, que vino con el rápido crecimiento de la ciudad en el siglo XX.

Habría que cambiar costumbres y reinventar puertas y ventanas, reinterpretando soluciones tradicionales o, combinadas con tecnología de punta, desarrollar nuevas, lo que llevaría a una arquitectura propia y apropiada, y no copiada de las revistas como hoy. Que además también sería contextual en la misma medida en que la colonial o de tradición colonial, aun presentes en Cali, igualmente lo son, vinculándola al patrimonio construido para beneficio de la ciudad.

Esta arquitectura de nuevo eco sostenible implica partir del clima, paisaje y tradiciones, como de las posibilidades y circunstancias reales, considerando que Cali está en el trópico templado. Hay que estudiar el impacto del clima en nuestra arquitectura colonial, tradicional y moderna. Conocer la evolución de la casa vallecaucana desde la colonia hasta ahora, con su efectiva climatización y bello manejo del agua de las lluvias, para volver a ocuparse de un lugar con una geografía e historia específicas.

La arquitectura aquí debe cambiar con el paso del día, con sus variaciones suaves y previsibles, pero también debe responder rápidamente a las repentinas y fuertes. Hay que regular el paso del viento manual o automáticamente, y tener diferentes lugares para estar, como azoteas y terrazas, que permitan encontrar en ellos más confort, y corredores y balcones, que al tiempo protegen las fachadas del sol y la lluvia. Y hacer huertas caseras y vergeles para captar energía solar y reciclar la basura, y estanques y atarjeas para almacenar el agua de la lluvia para regarlos.

Una arquitectura como la que se hizo hasta inicios del siglo XX. Es la mejor como espacio urbano y solución sostenible en tierras templadas. El trazado de la Merced y San Antonio, la frescura y funcionalidad de sus patios, o la calidad ambiental de los claustros, que han servido a través de los años apropiadamente para muchos usos diversos, son el mejor ejemplo de sostenibilidad. Además, lo sobresaliente de lo moderno también mantiene esas antiquísimas tradiciones urbanas y arquitectónicas. Pero hay que estudiarlas, no tanto para ver como se hacían como para entender lo que buscaban.

Lamentablemente hoy la mayoría de los arquitectos actúan seducidos por la moda y sometidos por su dependencia cultural. Es preciso que vuelvan a ser cultos y sepan de la geografía e historia de Cali. Que entiendan que los edificios dependen de la biosfera, y la imposibilidad de que sean independientes del clima. Que tomen en serio los ecosistemas en los que están y la íntima relación que tienen con la ciudad y su patrimonio construido. Que ayuden a remendar el tejido urbano que se destruyó, y economizar energía y agua, lo que es crucial ahora que casi el 80% de los colombianos vivimos en ciudades.

 

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