Como planificar un plan

Por Benjamin Barne… |

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de Universidad de los Andes y Magíster en Historia de UniValle Profesor Universidad del Valle, Profesor Universidad San Buenaventura, Javeriana, Taller internacional de arquitectura Cartagena y Isthmus, Panamá desde el 2001.


Cualquier ejercicio de planificación debe buscar la sostenibilidad medioambiental y evitar su obsolescencia. Precisar en qué políticas generales se inscribe y que proyectos adicionales implica. Considerar los intereses económicos, sociales y políticos en juego, tanto como la corrupción y las segundas intenciones de sus diferentes actores. Contar con las posibilidades de gestión, diseño, ejecución, control y continuidad. Y partir de un somero análisis integral del territorio y sus gentes, geográfico, histórico y cultural, independientemente del tema puntual, el que indicará en que hay que profundizar.

En primer lugar, hay que considerar las posibles amenazas por desastres naturales, aun las de baja intensidad, y partir del  clima del sitio, determinado por su latitud y altitud, el que junto con la topografía y la vegetación define un paisaje. Clima y paisaje que originan unas tradiciones particulares de ese sitio, ya convertido en un lugar, que evolucionan a partir  del origen de la población y el proceso de doblamiento, y cuyo desarrollo marca unas tendencias. Y en general hay que considerar además al menos unos pocos aspectos y sus interrelaciones y pequeños detalles, generalmente despreciados pese a que sus implicaciones suelen ser grandes.

Entender el territorio y sus gentes, por fuera de sus límites oficiales, con frecuencia arbitrarios (como es el caso del Valle y Cali), como su población, cuantitativa y cualitativamente; su base y situación económica; sus condiciones sociales; y sus expectativas, y no solo las explicitas. Como su origen, poblamiento, tradiciones, desarrollo y tendencias. Los habitantes existentes y previsibles, ya sean niños, adolescentes, adultos, ancianos y discapacitados de todo tipo, y por supuesto considerando las diferencias objetivas entre los dos sexos. Su cantidad y crecimiento o decrecimiento en cada caso, y sus diferentes necesidades.

Los artefactos en donde viven, ya sean ciudades o pueblos, con sus sectores, barrios, y veredas. Lo mismo que sus comunicaciones, es decir, andenes, calles, carreteras y ferrocarriles, pero también puertos y aeropuertos. Lo mismo que sus intercomunicaciones, mediante la prensa, radio, TV y telefonía, o la simple conversación de los vecinos. El tipo y localización de la vivienda, y de los equipamientos de educación: escuelas, colegios y universidades; de salud, puestos de salud y hospitales; de recreación: parques, zonas verdes, instalaciones deportivas, recreativas y culturales; de comercio: de esquina, lineal o concentrado; y los sitios de trabajo: locales, oficinas, talleres y fábricas.

Y finalmente está el asunto de la continuidad del gobierno, ya sea Nacional, Departamental, Municipal o Comunal, y sus diferentes jerarquías y procedimientos. Y los ciudadanos con derecho a votar, que tendrían que tener, por lo tanto, el deber de opinar sobre cualquier planificación que incumba a las  diferentes comunidades que representan, sin tragar entero lo que dictaminan los expertos. Por lo contrario, deberían haber consejos de planeación de altísimo nivel designados por las instituciones pertinentes, los que deberían ser reemplazados por cooptación, encargados de dar continuidad y sentido a la planificación y vigilar su cumplimiento.

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