El sur de la ciudad requiere un norte

Por Guillermo E. U… |

Por Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.


En la década de los años 70 la ciudad inició un dinámico, próspero y consolidado desarrollo hacia el sur de la ciudad. Los cultivos de caña de azúcar del Ingenio Meléndez, cuya factoría estaba ubicada sobre la Calle 5ª en riberas del río que le daba su nombre se transformaron en desarrollos urbanísticos. La visión empresarial y gran espíritu cívico de la familia Garcés Giraldo fue esculpiendo y transformando la vocación agroindustrial de la empresa jalonando hacia el desarrollo de una urbe moderna. 

Escucharon las voces de la academia vallecaucana, lideradas por Alfonso Ocampo Londoño, para dotar la región con un formidable campus universitario para hospedar la insigne Universidad del Valle; el plantel educativo más importante del suroccidente colombiano. 

Los antiguos potreros ganaderos se convirtieron en la primera urbanización caleña inspirada en la tendencia mundial de desarrollos urbanos dotados de amplias zonas verdes y generosas vías, sitio ideal para construir residencias amplias aprovechando la riqueza natural del entorno. Las primeras viviendas construidas señalaban el estilo que se debían seguir. En la década de los noventa fueron complementadas con edificios residenciales mejorando el índice ocupacional, respetando generosos espacios públicos y zonas verdes.

Conscientes de los servicios que la ciudad requería, unieron esfuerzos con la firma capitalina de Pedro Gómez, para construir un centro comercial moderno, con amplitud de parqueaderos y aprovechando la frondosa vegetación arbórea de la antigua fábrica lo dotaron de amplios pasillos que invitaban al visitante a disfrutar entre fuentes y jardines.  Lamentablemente en la última remodelación, al elevar la altura lateral de los pasillos, eliminaron y cercenaron las corrientes de brisas únicas, propias de nuestras tardes caleñas, aumentando la agradable temperatura ambiental del centro comercial.

El desarrollo residencial, académico y comercial se complementó con la entrega de una importante zona para en ella construir un centro médico dotado con los últimos avances tecnológicos. La dirigencia caleña unió esfuerzos para entregar a la ciudad la Fundación Valle del Lili, bastión de la medicina moderna, catalogada como una de los mejores en Latinoamérica.

La consolidación de este nuevo polo de desarrollo de la ciudad, hoy comuna 17, generó el crecimiento poblacional y físico del extremo sur de la ciudad, creándose la comuna 22, cuyos linderos son el Río Meléndez al norte, la Calle 5ª o Calle 100 al oriente, el corregimiento de La Buitrera en su extremo occidental y el Río Pance al sur. Además de su vocación poblacional fue consolidándose por la ubicación de grandes centros educacionales de nivel primario, secundario y universitario.  La población flotante se estima en 100,000 personas diarias demandando fluidez en su movilidad.

Desafortunadamente a este destacado y dinámico desarrollo la municipalidad no fue consecuente, faltando visión y ejecución en su planificación. El retraso en la implementación de un eficiente sistema de transporte masivo y el consecuente incremento del parque automotor generó una mayor utilización de las vías existentes y estas fueron colapsando ante la mayor demanda del tráfico. Al no crear soluciones viales en sus cuatro cruces importantes se fue embotellando el flujo vehicular.  La Avenida Pasoancho con Calle 5ª demanda una solución a desnivel, integrando puentes vehiculares, hundimientos y carriles de uso exclusivo para el MIO.  La Calle 16, continuación de la Avenida Cañasgordas, requiere una intervención que permita entregar la uniformidad del tráfico que la atraviesa hacia y desde el gran flujo vehicular del extremo sur de la ciudad. El vértice Simón Bolívar con Calle 100, incluido en el paquete de megaobras, se convierte en gran receptor y direccionador del tráfico intermunicipal del sur. La desidia e indiferencia  de la nación, el departamento y la ciudad para dar solución a la intersección de la Carrera 122, la vía Cali-Jamundí, su interconexión con la vía a Puerto Tejada y el norte industrializado del departamento del Cauca no da espera. La vía Cali-Jamundí, o Panamericana, debe ser ampliada a tres carriles por sentido y el municipio debe acometer la prolongación del par vial de la Calle 25 y 26, que corre paralelo a la vía férrea. La terminación de la Avenida Circunvalar de los Cerros es imperativa.

Como debemos edificar sobre el pasado con el fin de no cometer los mismos errores, ahí radica la importancia de un crecimiento planificado de la ciudad en su corredor hacia Jamundí. Debe conceptualizarse con visión de ciudad futurística del siglo XXI con vías amplias y generoso espacio público que permitan un entorno residencial, académico, de salud y comercial con edificios en altura. La mejor capacidad portante del suelo debe ser aprovechada y complementada por desarrollos constructivos de menor peso y mejor adaptación espacial. La planificación de este corredor debe encajar armónicamente e integrarse con el sistema de transporte masivo, el tren de cercanías y transporte intermunicipal con estaciones de transferencias para comodidad del viajero. La vocación de parques industriales del norte del departamento del Cauca debe contar con accesos a transporte intermodal de carga, sea terrestre, ferroviario e inclusive debe pensarse en ubicar una terminal aérea.

Las grandes extensiones de tierra de esta zona de expansión pertenecen a diversos propietarios y no tienen la coherencia del gran desarrollo construido por la familia Garcés Giraldo.  Por ello se requiere una gran visión de futuro de los gobernadores de los departamentos, sus direcciones de planeación, los alcaldes municipales y el gran articulador, el alcalde de la ciudad de Cali.  La integración municipal hacia una metrópoli, que no la dividió el rio que le da el nombre a esta soñada región, cobra una importancia, que ni la reciente ley de municipalidades visionaba.

Por ello indudablemente el sur requiere un norte.

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