A "plein soleil"

Por Benjamin Barne… |

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.


Caminar por sus ocho cuadras, aún sin terminar, una mañana por la mañana de un día entre semana, es un recorrido por la torpeza notable en comprender las cosas de las ciudades que hay en ésta. No hay pasos peatonales en la Calle 13 o frente al Intercontinental, y por cada 30 peatones que cruzan por el Puente España o el Ortiz, apenas uno camina por el llamado bulevar Avenida Colombia. Un pleonasmo tan tropical como el sol que azota transeúntes y bancas pues las únicas sombras son las muy flacas de los gordos ductos de extracción de gases del túnel. Y por supuesto la propaganda que hay en ellos, pues se los disfrazo de mogadores, no se puede ver.

No hay baños públicos, solo la orilla del río, por lo que es buena la propuesta del Concejal Carlos Pinilla Malo, de utilizar los que hace años se hicieron debajo del Puente Ortiz, siendo Alcalde Julio Riascos, que puso a la arquitecta Liliana Bonilla al frente de Planeación y se asesoró con el arquitecto Rogelio Salmona. Y se podría emplear el lote abandonado hace décadas en la Calle 11 con  Avenida Colombia, la que nunca tuvo comercio, como sucede en todas partes con las calles junto a ríos o mares, para otros equipamientos, que al parecer ya fueron asignados nuevamente a dedo y no por concurso, sobre lo que algo tendrá que decir la SCA.

Pasar el MIO, ignorando el error del TrasMilenio en la Jiménez en Bogotá, pero no poder ni siquiera abordarlo, llevó a que se abandonaran los espacios dejados para ese propósito,  que quedaron como testigos de la improvisación recurrente en las “Megaobras”, lo que explicaría que vayan costando el doble o triple de lo presupuestado. Y pasar los buses lentamente para evitar accidentes con los peatones y los inexistentes meseros de los poco probables cafés terraza que se invocan,  como los de las Ramblas de Barcelona, pues hasta eso dijeron, lleva a que el sistema de transito rápido de buses (STRB por sus siglas en español) sea allí todo un chiste malo.

Ya faltan mas de quince lámparas, lo que indica que se las comenzaron a robar, o que nunca las pusieron lo que viene a ser lo mismo. El deterioro y mugre de materas y bancas avanza, el “óxido” que pusieron nuevo ya se esta descascarando, y casi nadie se sienta en ellas pues para asolearse está Pance. Lo que si se usa es el río Cali para que los indigentes se bañen los días de sol y laven sus “chiros”, lo que sin duda es un peculiar atractivo turístico, como los peatones que caminan con bicicletas al lado, aunque se trata es de un engaño (lo son con frecuencia los llamados atractivos turísticos), pues son simples ciclistas a los que no se les dejo una ciclovía.

Y solo falta que alguien se caiga al río para que tengan que responder por que se quitaron setecientos metros de la baranda y pérgolas originales de la Avenida Colombia, cuando era un paseo de verdad y no un bulevar de mentiras. Por ejemplo el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), que lo autorizó o no se percató, pues se trata de un BIC, un bien de interés cultural de la ciudad. Pero es que desde los Juegos de 1971 la pretendida modernización de Cali ha consistido no en hacer lo nuevo sino en demoler lo que se considera viejo, para cambiarle la cara, la que por otro lado es considerada bonita por los que no la quieren ver o no saben como.

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