¿Estándar?

Por Benjamin Barne… |


Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.


La gran mayoría de los sujetos de los estudios psicológicos son occidentales, principalmente estadounidenses (Joseph Henrich y otros: ‘The Weirdest People in the World’, 2009), que además se presentan a si mismos como si fueran los únicos “americanos”. No en vano la casi totalidad de la investigación en ciencias sociales, y en general de todas las ciencias, se realiza en Estados Unidos, Europa y Japón (en el Oriente solo se fabrican bombas), de modo que los resultados están sesgados por una exclusiva participación occidental y su característica forma de mirar el mundo. Es decir, que poco menos del total los sujetos de estudio solo representa una pequeña minoría de la población mundial, pese a lo cual se convierten en “propias” de la naturaleza humana actitudes que solo son compartidas por un grupo particular.

Pero también son generalizadas las medidas y comportamientos usuales en la ergonomía. Por ejemplo, aunque los hombres y mujeres presentan diferentes tallas en el mundo, fueron las mas frecuentes entre los anglosajones las que terminaron por imponerse globalmente. Son las que mas se han estudiado y actualizado, y las que repiten en todas partes los textos de consulta. Después de la Segunda Guerra Mundial Le Corbusier propuso un sistema universal de medidas, El Modulor. Y después se acordó un modulo básico de 0.10, que iguala los dos principales sistemas de medidas existentes en Occidente (el métrico-decimal y el pie-pulgada) y se generalizaron medidas como el ancho del mesón de las cocinas y su altura, como también la de las barandas y antepechos, o la profundidad de los armarios empotrados (closets, como se dice en Colombia). Pero no las de las hamacas, por ejemplo, el mejor mueble que existe.

Así, los estándares occidentales (del ingles standard, claro está), es decir lo que sirve como tipo, modelo, norma, patrón o referencia, como lo define el DRAE, aunque ni siquiera corresponda a las evidentes diferencias que hay en esta parte del mundo, se ha generalizado a todos. Por supuesto en muchos aspectos de la arquitectura es inevitable pero lo que ha sido nefasto es que olvidemos la recomendación de Le Corbusier, precisamente, de que hay que considerar, climas, paisajes y tradiciones. Que los aviones y hasta los carros sean parecidos en todos lados es ineludible, pero que lo sean cada vez mas los edificios y las ciudades es tan negativo como si los hombres y mujeres lo fueran entre sí, lo cual mas que demente sería muy aburrido, además en la variedad no apenas está el placer sino la sobrevivencia misma.

“En Occidente desarrollamos la visión de que estamos separados del resto del mundo, lo que podría estar conectado con cómo razonamos”, ha explicado Henrich. Desde la idea del amor romántico, hasta de la particularidad del pensamiento analítico occidental, que ignora el razonamiento holístico de la mayoría del resto de los pueblos del mundo. Pero mientras las leyes físicas que regulan el planeta permanezcan, y la especie humana no sufra una mutación, sólo es posible construir, usar y disfrutar unos pocos tipos de espacio, pero a partir de ellos se ha podido, mediante la creatividad y la transculturación, crear toda la maravillosa arquitectura y ciudades que conocemos. Hay que partir de los estándares, pero sabiendo que permiten  e incluso demandan pequeñas diferencias; en las que como se sabe está el detalle.

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