Ni ven ni miran

Por Benjamin Barne… |

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.


Ver (Del lat. vidēre) es percibir los objetos mediante la acción de la luz. También es percibirlos con cualquier sentido o con la inteligencia. Es observar, considerar algo. Reconocerlo con cuidado y atención, leyéndolo o examinándolo. Ir con cuidado y tiento en lo que se ejecuta. Experimentar, reconocer, considerar, advertir, reflexionar, juzgar. Prevenir las cosas del futuro infiriéndolas de lo que sucede en el presente. Mirar (Del lat. mirāri, admirarse) es dirigir la vista a un objeto. Revisar, registrar. Tener en cuenta, atender.  Pensar, juzgar. Inquirir, buscar algo, informarse de ello. Y dicho de un edificio es estar situado enfrente de otro.

Los caleños por supuesto no son todos ciegos, pero hay muchísimos que no ven, al punto de que eligieron un alcalde ciego, destituido por no mirar. No miran los cerros ni la alta cordillera pues no ven su belleza y hablan de un valle que no se ve sino desde el piedemonte de la cordillera que lo mira. Miran su vegetación exuberante y bella pero no ven cuando se la tala para construir edificios que es mejor no mirar, ni ven que el verde es de todos los colores como dijo Aurelio Arturo. Y los ríos ya no los miran y por lo tanto tampoco ven por ellos.

Ven la conveniencia del túnel de la Avenida Colombia, que no tiene nada que mirarle (aparte de que no cuenta con su obligatorio arcén y que las salidas de emergencias están al otro lado y no tienen señalización) pero no miran bien el mal llamado bulevar y no ven que hubiera sido mucho mejor haber conservado algún tránsito de vehículos, que es lo que le da sentido a un paseo como lo fue la Avenida Colombia, en donde sí hay mucho que mirar, aparte de las feas chimeneas de ventilación que hubiera sido preferible no ver.

Y acostumbrados a que en esta ciudad todo esta sin terminar no han visto que las losas por donde transita el Mio ya se dañaron (El Tiempo, 25/02/2014) y que tocó demolerlas para hacerlas de nuevo. Tampoco ven que la velocidad máxima en el túnel, que es casi recto y sin ciclistas ni peatones, es mas baja que la de su salida pese a que es en curva, bifurcada y con ciclistas y peatones.

Incluso hay quien no ve ¿o será un esquirol? que el patrimonio a conservar en la Plaza de Toros no es apenas “el arco de entrada” (la vieja portada de la vieja plaza de toros) sino la plaza misma, a la que no se le puede construir nada al lado precisamente para que se la pueda seguir mirando, y tampoco ven el carácter de zona verde y de protección del río Cañaveralejo, ni  el uso institucional de todo el polígono, ni que es parte de un ejido de la ciudad, lo que algunos miembros de la Fundación Plaza de Toros prefieren no mirar.

Todos ven el edificio que se está construyendo al lado oriental del hotel Intercontinental  pero nadie mira que aunque al parecer va a dejar un amplio pórtico, su paramento esta justo sobre el sardinel del anden. Tampoco miran que el hotel se apropió del anden de su costado occidental ni  ven que eso es ilegal, como lo es una gran parte de lo que se construye en Cali. Menos mal que el Ministerio de Vivienda (que nadie ve que debería ser de la ciudad)  va a crear una superintendencia para mirar con lupa las Curadurías Urbanas (El Espectador, 27/02/2014), pues estas sólo ven la “norma” y no miran nada mas, o se hacen los que no la ven.

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