La silla vacía en Tránsito Municipal

Por Guillermo E. U… |

Por Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.


A partir de la próxima semana asumirá funciones como Secretaria encargada de Transito, la actual directora nacional de Transporte y Tránsito, Ayda Lucy Ospina. Su fundada experiencia en el Ministerio será un valioso aporte en la solución de uno de los problemas más álgidos de la ciudad, el adecuado servicio del sistema integrado de transporte de pasajeros. Llega en el momento en que se ha instalado la mesa de concertación que busca dar solución al desequilibrio económico aducido por los operadores del sistema.

Las quejas de los operadores son fundamentadas. Metrocali ha incumplido con la integralidad del sistema. La operación no es rentable. El flujo de caja no se adecua a la necesidad del negocio y la solución no está en buscar nuevos inversionistas para arrojar salvavidas en un turbulento mar.

El fondo de capitalización por $ 90 mil millones no ha sido utilizado en un 70% por trámites burocráticos, pese a los anuncios como solución a los paros registrado el año pasado. Paliativos como este, o tarifa subsidiada de pasajes a estudiantes y adultos mayores, es el analgésico que se le da al enfermo terminal.

La prioridad de movilidad de la ciudad se convirtió en tema polarizante de poder entre Metrocali, operadores del sistema, propietarios del transporte tradicional y nuevas modalidades informales de transporte de pasajeros. En este sentido faltó severidad a las dos administraciones municipales anteriores y la actual en diseñar ajustados mecanismos y estrategias de desmonte del sistema tradicional hacia un sistema intermodal integrado.

 

Metrocali, convertido en fortín burocratizado clientelista, no asumió vehemente su responsabilidad para corregir errores en los diseños del sistema. Las etapas faltantes de articular el sistema garantizando una cobertura de más del 90%, quedaron truncadas. Los destinos y origen primarios, generadores de buena parte de los viajes, conocidos como rutas alimentadoras, quedaron a merced del transporte tradicional.

A medida que se avanzaba en la cancelación de rutas y chatarrización del equipo rodante y el vació no era cubierto por el SITM se abrían posibilidades a nuevas alternativas. La ciudad entregó la demanda de pasajeros a un nuevo régimen de informalidad. Hábilmente sustituyeron el transporte tradicional prestando el servicio que el SITM no proporcionaba. Estos viajes paulatinamente fueron abriendo un boquete en las proyecciones de pasajeros que debía mover el MIO y es así como el punto de equilibrio de la operación cada vez se vuelve más esquivo.

La Secretaría de Transito y Metrocali se convirtieron en antagonistas de la problemática. Faltó cohesión y autoridad en la Alcaldía para liderar procesos de cambio. El Alcalde y sus principales asesores, atrincherados en el CAM, estuvieron ausentes de la dificultad durante los primeros dos años de gobierno mientras se agrietaba y profundizaba el conflicto.

¿Cumplido el encargo de la funcionaria nacional tendremos aun la silla vacía en la Secretaría de Transito o demostraremos, nuevamente, incapacidad en manejar las riendas de nuestros asuntos locales?

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