El pacifico en la oscuridad

Por Moisés Banguer… |

Por Moises Banguera Pinillo

Cuando era niño y veía el atardecer y el resplandecer del día, con el estomago vacio o lleno de basura o copado de parásitos en la zona marítima del pacifico, meditaba sobre las indolencias de la vida, pero soñaba que las nuevas generaciones y  la llegada de los nuevos gobiernos traerían en su barco mucho mas grande que la barca Noé, ya no los pesados palos para apalancar el socavón, sino bultos de harinas para amasar el pan del desayuno; bienestarina para alimentar a los niños; cuadernos y lápices para educar a la población; cementos y otros materiales para hacer las obras de saneamientos básico, pavimentación y obras civiles; drogas y medicinas p ara los enfermos y; empresas y empresarios para pasar del rebusque al empleo y; fundamentalmente desarrollo integral para ensamblarnos al país civilizado.

Crecí y con el tiempo entendí que era imposible fomentar un desarrollo colectivo en una sociedad sin educar y sin riqueza. Había que hacer un paréntesis y buscar la individualidad para emprender un camino solitario, basado en el don natural como lo habían hecho muchos; con el fin claro de no equivocarme como otros y olvidar la tierra que nos dio el placer de nacer, crecer y convertirnos en seres humanos dignos de valores, pero sin participar en la masa hereditaria de la riqueza nacional.

El tiempo paso y las harinas del gobierno llegaron pero se las robaron, luego con la salida de Misael Pastrana desaparecieron y luego nos llenaron el estomago de Bienestarina escasa y en manos de los viejos caciques de los pueblos, mientras los niños crecían desnutridos y con su cerebro debilitado, que los hacía incapaces de sobrepasar las costumbres y meterse al mundo de los educados o de los empresarios.

La educación la impusieron raquítica y desorientada, los docentes que en algún tiempo fueron aquellos activistas de la política que no les alcanzaba el postre de la burocracia, quienes no tienen la culpa de la irresponsabilidad del establecimiento, hacen un esfuerzo enorme para sobreponerse a las limitaciones de sus bases académicas y a su poca visión civilizada del mundo. Pero sin proponérselos y sin culpa terminan condenando a la mayor frustración de su vida a los inermes niños y adolescentes; porque hoy el mundo globalizado no perdona a quienes por una u otra razón se quedaron por fuera del vagón de los competentes.

El cemento sí llego a los pueblos del pacifico, pero llego para corromperse en la politiquería y en el desgreño administrativo, por la falta de planeación y visión de futuro. Hacen pavimentación sin alcantarillado, acueductos sin agua, escuelas sin niños, puentes sin ríos, puestos de salud sin médicos etc. Guapi, Timbiqui, Buenaventura y muchas más poblaciones del occidente están rodeados de mares y ríos, sus habitantes no tienen el privilegio de consumir agua potable, ni bañarse con agua limpia, sino que forzados siguen nadando en las aguas contaminadas hoy con mercurio y otros minerales utilizados en la gran explotación minera.

Tantos años después, llego el cemento para construir hospitales y puestos de salud, pero los mandaron sin médicos, sin laboratorios, sin equipos, sin enfermeras. Se siguen muriendo los niños por desnutrición, los adultos por cáncer, parto, malaria, gripes, desangrados etc. Solo se salvan quienes tienen el poder adquisitivo para pagar más de $ 2.000.000 en alquilar una lancha rápida y, si tiene la fortuna que lo atiendan bien en el hospital de Buenaventura o que los trabajadores no estén en huelga por falta de pago o si llegan al Departamental, se salven si sus alcaldes han cumplido con el sagrado deber del pago como contraprestación para la atención de un derecho fundamental como el de la salud, de lo contrario serán uno más del paseo de la muerte, ya no en carreteras sino por mar.

Aun no ha llegado la luz, el proyecto de Brazo seco murió y, razonablemente se tomo la decisión de la interconexión eléctrica, pero el gobierno Santos ni en campaña lo menciono, claro por eso no se preocupa por educar estos pueblos, porque a pesar de ignorarlos durante sus cuatro años de gobiernos, ciegamente le votaron con compromisos vacios como el de las casas gratis, cuando la mayoría de los pueblos del pacifico no albergan sino que exportan población desplazada.

Solo esperamos un golpe de suerte para hundir el swiche y apagar para siempre la llama de la lámpara de petróleo, abandonar la tala de árboles y encender la estufa para preparar los escasos alimentos y, esperar que llegue la lucidez de los alcaldes, que rompan con la tradición politiquera y construyan proyectos emprendedores que le permitan a los jóvenes sonreír y acariciar la esperanza que sus hijos en el mañana sean felices como los del país civilizado.

Si bien llego el cemento las carreteras siguen en lo más profundo del mar pacifico. El cauca sigue sin salida al mar y sus gobernantes no les importa que sus habitantes tengan que pagar $ 300.000 por 20 minutos de vuelo y, otros se boten a la odisea de navegar por el mar pacifico concentrados durante más de 180 minutos, rezándole a su creación divina para que los violentos o los dueños de lo ajeno no aparezcan y se lleven la nave, sus pertenencias y como huérfanos de patria los pasajeros esperen un milagro de las autoridades para su supervivencia.

Tristemente los suelos se quedaron sin riqueza, el oro ya es escaso en los aluviones, en los remansos y en los remolinos. El pan coger también se fue con el metal gracias a la explotación a cielo abierto, sin que el estado se ruborice por unos colombianos perdidos en el mar de los pobres, ¡claro!  Que les importa si estos no hacen huelgas, ni cierran carreteras, ni explotan bombas ni paran la economía, es decir, la tal población no existe.

El deseo de volver a la patria amada está lleno de palizada y alambre púa, la población cree que va por buen camino, que tienen a los gobernantes que se merecen y que con ellos hasta la tumba. Solo queda la esperanza que la marcha triunfadora del libertador se repita, que los pueblos revolucionen sus administraciones internas, que despierten del letargo profundo, que utilicen el poder democrático para construir nación y, que con la bandera de la libertad emancipen a la civilización de una sociedad basada en la economía, la solidaridad, la inclusión y el dialogo popular que facilite a los pueblos del pacifico trabajar como ciudad – región, como ciudad puerto, como ciudad pacifico. Asociacion que será clave para oponerse a la dictadura centralista, urbana y aristocrática que se avecina.

Dictum: por negligencia del estado colombiano las regalías por la explotación minera de los pueblos del pacifico se quedaron donde ya sabemos, con tantos abogados y politiqueros que tiene la región, por qué no emprenden una acción jurídica para que los jueces conminen al gobierno a que repare estas comunidades con un porcentaje compensatorio de la mermelada de las regalías de la locomotora minera?.     

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