Mucho viche y poca música

Por Redaccion Cali… |

Barcarola

Por Umberto Valverde

Especial para caliescribe.com

Después de 18 años, evaluar el Petronio Álvarez, que nació como un festival de música, lo coloca a uno frente a un mega evento de una inmensa zona gastronómica, con precios especulativos, con mercado del disco (en su mayoría grupos de pop) y mercado artesanal, además de la moda afro y desfile de modelos. La pregunta a la que debemos responder es: se justifica todo esto para hacer cultura del entretenimiento? Más de tres mil millones para que la gente, en un promedio de 50 mil personas bailen por cinco días?

Teniendo en cuenta que las categorías tradicionales (Violines Caucanos, Marimba y Chirimía) están representadas por agrupaciones populares, que vienen de las diferentes vertientes del Pacífico, que evidentemente no están hechas por músicos, debiera reconsiderarse el concurso como tal, y convertirse en un Encuentro Folclórico. A diferencia de esto, la Categoría Libre debe ser el espacio para consolidar la expresión del Pacífico dentro del mercado internacional de la música, hecha por músicos con formatos innovativos, que no sean simplemente la ampliación de una chirimía. El Petronio Álvarez se justifica por el grupo Bahía de Hugo Candelario, Chocquibtown y Herencia de Timbiquí. Eso es lo que el Petronio Álvarez debe producir, pero en 18 años ha sido poco porque la categoría Libre ha sido mal manejada, se perdió el concepto con que se creó. También debo decir que la categoría Chirimía se encuentra relegada por falta de trabajo con Quibdó y en este año ganó un grupo de Cali.

 El Petronio Álvarez, en sus últimos diez años, perdió el norte, se inclinó por convertirse en una fiesta, en una pachanga, que le entrega un espacio de diversión a la población afro descendiente, pero dejo de lado los criterios musicales y el propósito del evento. Es insólito pero se ha preferido criterios rígidos o las discutibles orientaciones que incluyeron una categoría tan dudosa como la de violines caucanos, sin tener en cuenta, por ejemplo, el conocimiento de quien más sabe de esta música, el señor Alexis Lozano.

 Mucho viche, mucha comida pacífico, negras divinas y peinados afros, pero poca música es lo que nos deja este evento en el cual se invierten más de tres mil millones de pesos. Discutible en un evento en que la cultura de Cali y del Valle del Cauca se encuentra sin recursos. Todo esto por hacer una gran pachanga, de la cual no se volverá a escuchar nada en los 365 días restantes.

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