Mal entendidos

Por Benjamin Barne… |

Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle, y Profesor Titular (Jubilado) de la misma. Docente en la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, el Taller Internacional de Cartagena y la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá, e Isthmus Norte, en Chihuahua. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona.


La incorrecta interpretación de las soluciones urbano y arquitectónicos de una ciudad es preocupantemente frecuente entre los caleños y, lamentablemente, igual entre sus autoridades, a las que hasta les resbala el que en algunas calles el sentido que indica la señal aérea sea el opuesto al señalado en el suelo, como lo denunció una foto de El País (30/11/2014), o el absurdo de “siete esquinas” en San Fernando alto, en donde todas las calles tienen “PARE”.

Para comenzar, la movilización (que no movilidad) de gentes y mercancías, dentro de la ciudad y desde afuera hacia adentro y viceversa, debe ser un solo sistema integrado de transporte colectivo e individual, con diferentes componentes públicos o privados bajo una sola autoridad, que incluye vías para trenes, camiones, buses, taxis, carros, motos y bicicletas, por la superficie, elevados o subterráneos, pero primero que todo, de andenes para los peatones. Todo lo contrario de lo que pasa en Cali en donde apenas se “piensa” en el MIO.

Con respecto a las calles puramente peatonales es necesario aclarar que no son siempre convenientes pues precisan de un flujo importante de peatones hasta tarde en la noche para garantizar su seguridad y animación. Lo mejor es que tengan el transito de vehículos restringido en el día pero que estos puedan circular por la noche y los días festivos. Así se pensaron las calles 11 y 12 en el Centro, en el Plan de renovación para los 450 años de Cali, pero equivocadamente no se permite a ninguna hora por lo que por la noche son inseguras y los fines de semana aburridoras.

Los puentes peatonales, por su parte, no los pueden usar las personas de edad, con dificultades de locomoción o con coches para niños, pues deben subir dos pisos para luego bajarlos, y las rampas resultan demasiado largas. En pocas palabras solo sirven si cuentan con ascensor para ellos. Y desde luego no sirven si están muy retirados del eje de circulación de los peatones pues nadie quiere caminar varias cuadras para usarlos y regresar después al mismo punto al otro lado de la calle a cruzar, lo que se podría hacer a nivel si el semáforo respectivo tuviera tiempo para los peatones y no únicamente para los carros, como pasa en Cali en donde por lo demás no están sincronizados.

Y los diferentes cruces peatonales se confunden, ignorando que en los pasos pompeyanos, a nivel de los andenes, tiene prioridad el peatón, y la mayoría están mal ubicados, lejos del eje de circulación de los peatones, por lo que no se usan. En los pasos semaforizados los vehículos, cuando giran, no esperan a que los peatones terminen de cruzar, y estos no lo hacen siempre dentro del paso demarcado. Y en los que no tienen semáforos, los peatones no esperan a que pasen los carros ni sus conductores a que terminen de pasar los peatones que ya están en ellos.

Finalmente, y es el origen de todos los problemas de movilización de la ciudad, a la gente en Cali, ni a sus autoridades municipales, parece no importarle que los andenes son exclusivamente para que circulen los peatones, los que prefieren hacerlo por las calzadas de las calles, junto con los carros, pues o son muy estrechos, o no son continuos, o cambian de nivel, o son muy lisos, o tienen huecos, o están invadidos por postes, carros, vendedores o talleres, o, sencillamente, no existen.

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