Regreso al empobrecimiento y a la inseguridad

Por Luz Betty Jime… |

Por Luz B. Jiménez/Pablo Borrero

El regreso al empobrecimiento de amplios sectores de la población en general y en especial de aquellos pertenecientes a las denominadas clases medias, que en el inmediato pasado habían adquirido cierta solvencia económica y social, hoy tiende a convertirse en un fantasma que recorre a nuestro país, en medio de un anunciado proceso de crisis económica, repitiéndose con ello el ciclo pernicioso que caracteriza las crisis que sufre la economía capitalista.

Según un reciente informe de la CEPAL para América Latina la crisis se hará más evidente en el presente año del 2015 en que tendrá lugar una mayor desaceleración de la economía, generándose un regreso al empobrecimiento de las familias que habían logrado ascender en el escalafón social y que con la crisis económica generalizada se desmejorará su calidad de vida.

El país no es ajeno a esta situación que ya se vive en la región, agravada por su mayor dependencia de la economía capitalista globalizada y con lo cual queda demostrado el fracaso de las políticas neo liberales, supuestamente orientadas y aplicadas a resolver los problemas económicos y sociales de la Nación, que en las condiciones reales de la vida de los colombianos se vuelven recurrentes y repetitivas, sin que existan soluciones ni paliativos encaminados a erradicar las causas que generan la pobreza y la desigualdad social.

El peso de la crisis se sentirá con mayor rigor en cabeza de los sectores populares y medios de la población que cada vez se acercan a la condición del proletariado urbano y rural afectado, con el empobrecimiento absoluto y relativo de una economía en crisis que el estado Social de Derecho no está en capacidad de resolver y que de alguna manera constituye un caldo de cultivo de muchos de los males que sufre la población en los diferentes ámbitos de la vida social.

Es previsible que de regreso al empobrecimiento se incremente la inseguridad en las ciudades en donde parece haberse enseñoreado y decidido a quedarse dicho fenómeno, a pesar de las medidas adoptadas por los gobernantes de turno que sin embargo, se embelesan con las estadísticas que eventualmente muestran alguna disminución en la tasa de homicidios, fleteos, hurto a residencias y vehículos, etc. Desde luego que para resolver este grave problema social no existen recetas ni fórmulas mágicas que puedan servirnos para erradicar dicho flagelo, aunque son muchas las voces que claman porque se ponga en marcha una nueva política en esta materia, que demande de una reforma sustancial en el tratamiento integral de este problema, acorde con una nueva estructura del cuerpo policial urbano y rural, que hoy dista mucho de estar comprometido con las verdaderas necesidades que afronta la comunidad en materia de seguridad.

Además de implementarse las políticas públicas dirigidas a liquidar las causas directas que influyen en la proliferación de la violencia y la inseguridad, se impone la necesidad de replantearse un nuevo esquema de seguridad que le permita a las autoridades manejar este asunto con mayor eficacia y eficiencia, para lo cual creemos que se debería integrar un nuevo cuerpo de gendarmería de carácter municipal, dirigido y orientado por el poder local, encargado del control y vigilancia en los barrios de las ciudades, y mucho más ligado a sus intereses y necesidades cotidianas, sin excluir la operación de otros cuerpos policiales especializados en la lucha contra la delincuencia organizada.

Esta es una de varias reformas que proponemos a la Administración Municipal y a la opinión pública a fin de que sea analizada y estudiada en toda su extensión conforme a las reglas establecidas en la Constitución y en la ley.

Aunque en la ciudad de Cali se han aprobado varias políticas en torno al G 11, Alianza Pacífico, etc., en las que se han fundado las esperanzas de su recuperación  económica y social, las mismas no parecen ser el camino para lograr un crecimiento y desarrollo sostenibles, justo y equitativo encaminados a resolver las necesidades comunes de los caleños que hoy en un elevado porcentaje están desempleados y carecen de las perspectivas hacia un futuro mejor. Por su parte los problemas de la inseguridad y la violencia no cesan y los esquemas preventivos y represivos no son suficientes para mitigar sus efectos nocivos y destructivos.

La salida a todos estos problemas va a depender en parte fundamental de la actitud que asuman los caleños y vallecaucanos en el futuro como hacedores de su propio destino histórico y a propósito del próximo debate electoral frente al cual deberán escoger sus mejores hombres y mujeres para que los representen y defiendan con miras a lograr un cambio de rumbo en la ciudad y en el departamento-región.

VEEDURIA CIUDADANA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL.

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