La fuerza de la Paz

Por Luz Betty Jime… |

Por Luz B. Jiménez/Pablo Borrero

La cuestión de la Paz constituye uno de los aspectos más importantes de nuestro tiempo, lo que implica que todos los sectores sociales y políticos comprometidos con su afianzamiento deben contribuir con el buen suceso de aquella, en un país en donde la violencia de todo género ha causado y sigue generando miles de victimas y destrucción de la riqueza social. Por supuesto que la Paz que conlleva todo un proceso no debe confundirse simplemente con la terminación del conflicto armado, tras del cual se han vivido y padecido las consecuencias de una guerra impuesta por las clases dirigentes del país que el pueblo Colombiano debe parar.

Existen diversas razones y motivos para afirmar que tanto al gobierno como a la insurgencia les conviene terminar con el conflicto armado y coadyuvar a la consolidación de la Paz. Sin duda alguna para el gobierno del Presidente Santos la concreción de una Paz posible constituye “un buen negocio para Colombia”, es decir, para las clases y sectores económicos y políticos que él representa y defiende, en tanto que para el movimiento insurgente FARC-EP la Paz constituye la oportunidad para realizar las reformas que requiere el país en materia económica, política y social debatidas y aprobadas a través de una Asamblea Nacional Constituyente, con la participación de las fuerzas políticas, sociales y regionales que abogan por un cambio institucional y político que le permita a los colombianos avanzar por los caminos del bienestar general y del progreso social.

La paz con justicia social no surgirá de las políticas reformistas de corte neo-liberal, que en el fondo tienden a reforzar al régimen existente y conseguir de cierta manera el apaciguamiento de la lucha social que libran campesinos, indígenas, pequeños y medianos propietarios de tierras, comerciantes y demás sectores populares y medios del campo y la ciudad que desean fervientemente la paz y esperan a que la misma tenga un carácter estable y duradero y no solo le permita al pueblo vivir en paz sino participar del crecimiento y desarrollo de una nueva sociedad más justa y equitativa en condiciones de libertad, solidaridad e igualdad en torno a la creación de riqueza social  derivada del trabajo de los colombianos.

En ésta ocasión podemos afirmar que con la fuerza de la paz, es posible derrotar la fuerza de la guerra y de la violencia expresada en la intransigencia y la intolerancia, las ejecuciones extrajudiciales (falsos positivos), las masacres de ciudadanos, las extorsiones, secuestros y desapariciones de colombianos, que tanto sufrimiento han traído durante varias décadas de su historia. Por ello será necesario que además de la voluntad de los actores del conflicto armado para lograr la paz, los ciudadanos se comprometan moral y políticamente a promoverla en todo tiempo y lugar a través de la unidad, organización y movilización de todas las fuerzas involucradas, tal como lo demanda el momento histórico.

En esta oportunidad de lo que se trata es de lograr que la paz se convierta en una realidad palpitante y deje de ser una simple formalidad constitucional en virtud de la cual se declara que aquella es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento, que poco ó nada ha servido para desarmar los espíritus y hacer de la misma la fuerza necesaria que requiere el país para el cambio social.

VEEDURIA CIUDADANA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL

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