El pipí y la nómina

Por Gustavo Álvare… |

El Jodario

Por Gustavo Alvarez Gardeazabal

Aun cuando para quien tenga un dedo de frente las denuncias de la exreina Cristancho contra el Defensor del Pueblo dejan percibir  aires de venganza de novia frustrada y no resultan tan contundentes como si escandalosas, la exageración con que se mide en la sociedad contemporánea  el uso sexual del poder  compromete seriamente al doctor Otálora.

En Estados Unidos, casi se tumba a un presidente porque hacia sexo oral con una asistente de su despacho. En Colombia la han emprendido ahora, más con furia que con razonamiento de película policial, contra el Defensor del Pueblo. Ha sido fácil para los medios  mostrar como un grave delito la indudablemente tormentosa relación laboral-sexual entre la secretaria  y el doctor Otálora  y así olvidar los contratos de la esposa del Ministro de Minas con la oficina de la paz por más de 5.200 millones.

La exreina afirma que ella fue abusada porque fue obligada a mantener una relación quizás más grotesca que de malos tratos y deja entrelineas sospechar la idea de que lo hacía porque necesitaba el puesto. El Defensor del Pueblo dice que fue una relación consentida y que ante los ojos sociales donde acudieron, aparecían como novios pues convivían ocasionalmente en más de un sitio del país.

Cualquiera que diga la verdad, ya el daño se lo hicieron a Otálora y a sus ambiciones de ser Fiscal General de la Nación. Pero su fastidiosa (y para muchos condenable situación) no debería haberse presentado si no hubiese roto la norma máxima  de la burguesía que ha dicho por siglos que el pipí no puede combinarse con la nómina.

Ahora tenemos un lio de faldas con fotos morbosas por internet convertido en problema de estado, y una venganza amorosa de novia-secretaria frustrada en un delito punible.

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