Domingo de la misericordia

Por Héctor de los Ríos |

Vida nueva

Por Héctor De los Ríos L.

En este domingo, la Palaba de Dios nos presenta a Jesús misericordioso. Por influencia de la santa polaca, Faustina Kowalsa, se difundió la “devoción a la divina misericordia”. De ahí que por iniciativa del recodado Juan Pablo II se da el nombre desde el 2000 a este segundo domingo de Pascua, y se celebra la fiesta de la misericordia.

Jesús Resucitado ha vencido el mal y la muerte, el odio y todo egoísmo. Por eso nos trae la reconciliación y la paz. Su saludo a los discípulos no es de reproche, es un deseo de paz. Pero hay otro regalo: “Reciban el Espíritu Santo” (San Juan 2019-31).  La resurrección de Jesús constituye un beneficio inmenso para nosotros: La VIDA NUEVA de Cristo que se nos comunica y que quiere transformar toda nuestra existencia.

Hay otra enseñanza en este pasaje: quien habla siempre y sólo de un Tomás incrédulo, olvida la fe a  la que él llegó con la ayuda de Jesús: “Señor mío y Dios mío”. No hay en todo el Nuevo Testamento  una oración-confesión de fe tan profunda. No deja de  ser muy significativo que en nuestras parroquias a la hora de levantar el pan y el vino consagrados, mucha gente en su mente repita esa misma confesión de fe de Tomás.

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