Las tentaciones de Jesús

Por Héctor de los Ríos |

Vida Nueva

Por Héctor De los Ríos L.

El Evangelio de Lucas del primer domingo de Cuaresma destaca la presencia y la obra del Espíritu, presenta a Jesús lleno del Espíritu Santo y conducido por él en el desierto. Este estar lleno del Espíritu retoma el Bautismo de Jesús narrado un poco antes.  

Este “llevar al desierto”, “ser tentado” y el número “cuarenta” evocan el paso del pueblo de Israel por el desierto, en que es puesto a prueba y cae; pero allí donde el pueblo fue vencido, Jesús va a vencer al tentador y hará a sus discípulos partícipes de su victoria.

Las tentaciones se presentan en número de tres como signo de algo acabado y definitivo: el diablo tienta, y Jesús vence cada tentación y responde con la Escritura.  La primera y la última tentación comienzan con el cuestionamiento del diablo: “si eres el Hijo de Dios” …  Jesús es el Hijo; lo había confirmado el Padre en el bautismo: “Tú eres mi hijo”.  Ahora el diablo quiere tentar a Jesús en su identidad, en su relación de filiación y confianza total con el Padre. En la segunda tentación aparece el tema del poder, adorar al diablo para recibir el poder. El diablo pretende que se le considere a él como un poder alternativo.

En la tercera tentación, habiendo sido vencido con la Escritura, también el diablo la emplea citando el Salmo 91,  pero Jesús no se deja manipular; no es el conocimiento o el uso de la Escritura lo que tiene valor, sino el poner en práctica lo que esta dice.

Al final, Lucas dice que el diablo lo deja “hasta el tiempo oportuno”. Este vendrá en la cruz, donde el diablo cree que vence, pero será definitivamente vencido por la entrega confiada del Hijo.

La Cuaresma es como un largo "retiro" durante el que debemos volver a entrar en  nosotros mismos y escuchar la voz de Dios para vencer las tentaciones del Maligno  y encontrar la verdad de nuestro ser.

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