Caminar en pos de Jesús

Por Héctor de los Ríos |

Vida Nueva

Por Héctor De los Ríos L

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día,  sígame”: San Lucas 9, 18-24

El relato evangélico que leemos este domingo es la conclusión lógica del leído el domingo anterior. La contemplación de las acciones mesiánicas de Jesús debe llevar a la confesión de fe en Él.

El pasaje de hoy se encuentra en un lugar clave en el evangelio de Lucas, justamente el capítulo que concluye el ministerio de salvación en Galilea  y el programa de la formación de los discípulos que se realizará a lo largo de la extensa subida a Jerusalén.

Jesús entonces toma la iniciativa y se dirige a los discípulos para hacerles dos preguntas: “¿Quién dice la gente que soy yo?”; “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. La pregunta por la identidad indaga en otras palabras sobre el rol que Él cumple en medio de su pueblo y del mundo.

Jesús nunca le pide a sus discípulos que le den opinión sobre sus discursos o sobre sus obras, lo hace únicamente sobre su propia persona. Para Jesús lo que cuenta es lo que están comprendiendo sobre él, ya que los quiere conducir hacia un conocimiento claro y hacia una confesión de fe sin equívocos.  Pues bien, en el centro del Evangelio no está tanto su anuncio sino la mismísima persona de Jesús. La gente tiene a Jesús en una alta consideración: ve en Él a una figura profética similar a la de los grandes profetas.

 En este Evangelio indica Jesús cuál es el camino para ir detrás de él: negarse a sí mismo, tomar la cruz, perder la vida. Es un llamado claro y fuerte contra toda comodidad religiosa, contra todo egoísmo. El cristianismo no es una invitación masoquista a sufrir. Sólo descentrándose se encuentra el punto clave: Cristo dador de vida, Cristo “el hombre para los demás”. Cristo “el grano de trigo que mueres y da fruto”. Todo lo contrario es vivir para sí mismo, reclamar para sí, exigir para sí, eso es perderse definitivamente.

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