La historia de un pastor: parábola de la oveja perdida

Por Héctor de los Ríos |

Por Héctor De los Ríos L.

San Lucas15, 1-32: 

“¿Quién de vosotros?”. La mirada se pone en la persona y en lo que normalmente ésta haría en una situación similar aplicando la sana lógica. Por tanto, no se trata tanto la historia de una oveja, cuanto de la de un pastor que rebosa de felicidad después de hallar su oveja perdida.

En la parábola propiamente dicha notamos que la dinámica que implican los verbos permite distinguir momentos bien marcados:

* “Tener”. El pastor posee un rebaño de un centenar de ovejas. Es la cantidad normal para un pequeño hacendado.

* “Perder”. La imagen es la de un pastor que al final del día se pone a contar las ovejas de su rebaño y descubre que el número está incompleto.

* “Dejar las noventa y nueve en el desierto”. Se acentúa la locura de la acción del pastor, quien se olvida de la elemental precaución dejando el rebaño desatendido en pleno desierto (donde se pueden perder todas) en cuanto se precipita en la búsqueda de la oveja perdida. Pero al narrador le parece normal que eso se haga: “¿Quién de vosotros no haría esto?”, dijo Jesús al comenzar la parábola. Claro que es probable que las ovejas hayan quedado bajo la responsabilidad de un cuidandero (ver Juan 10,3).

El que se destaque una entre noventa y nueve no significa que esta oveja sea más importante que las otras, se trata más que todo de una formulación paradójica que sirve para poner de relieve la alegría por el hallazgo de lo que se había perdido.

* “Buscar”. La búsqueda no para hasta que no logra su cometido: “hasta que…”. No hay reposo. El celo es total.

* “Encontrar”. La alegría del hallazgo se manifiesta en la convocación de los amigos. Este es un rasgo del amor de Dios, pero lo esencial es lo que viene: la alegría que proviene de la nueva situación en el Reino de Dios.

* “Poner sobre los hombros”. El pastor regresa con aire triunfante. El trato de la oveja hallada es de tierna solicitud. La ternura del pastor que carga a la oveja (tema amado por la iconografía paleocristiana), asistiéndola en su delicada situación, nos recuerda Isaías 40,11: “Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas”. Ella es preciosa, delicada, de un gran valor.

* “Convocar”. El pastor organiza una reunión festiva, está lleno de alegría por el éxito de su búsqueda. Una alegría de estas no se vive sólo, se la comparte con los amigos.

Aplicando la parábola a la acción de Dios, podemos reconocer en el celo del Pastor la realización de la profecía de Ezequiel: “Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas” (34,12); y también el anuncio de la misión del Mesías: “Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las apacentará y será su pastor” (34,23-24).

Pero la insistencia de Jesús está en la descripción de la alegría de Dios por el pecador que se convierte: “Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por uno solo pecador que se convierta que por noventa y nuevo justos que no tengan necesidad de conversión”.

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