La Grandeza de un Don

Por Héctor de los Ríos |

Vida Nueva

Por Héctor de los Ríos López

Nadie duda de la importancia del relato que ahora vamos a abordar.  El relato del encuentro de Jesús con la mujer samaritana, es considerado como uno de los pasajes más leídos y estudiados del Evangelio según san Juan y quizás de todos los evangelios. Esto se debe a su belleza literaria, pero sobre todo al drama espiritual que se va delineando a lo largo de la conversación entre Jesús y la mujer, en el cual a través del impacto de la lectura- siempre descubrimos también algo del drama espiritual que sucede dentro de nosotros mismos.

Valga anotar desde el comienzo que el relato que ahora nos ocupa no se limita exclusivamente al encuentro de Jesús con la mujer samaritana, sino que involucra también a todos los habitantes de Sicar.  Es un encuentro personal pero también colectivo –o mejor “comunitario”, en el que el encuentro con un solo personaje nos permite entender anticipadamente, y sin necesidad de volver a repetir todos los detalles, lo que sucede en el encuentro con toda una ciudad.

Si observamos bien el relato notaremos que es justamente para el momento final, cuando lo sucedido con la samaritana se replica con toda una ciudad, que el evangelista ha dejado el momento culminante del encuentro: la “confesión de fe” de parte de la gente y el “permanecer” con ella por parte de Jesús.  Por lo tanto, todo el relato sigue un itinerario bien definido, como un movimiento fuerte que se va desencadenando hasta que tiene su impacto definitivo en el momento final.

En el centro del relato, es decir, en medio del encuentro de Jesús con la sicariense y con la ciudad de Sicar, encontramos una conversación de Jesús con sus discípulos, la cual nos da otro ángulo de lectura del encuentro vivido.

Por lo demás, es justamente a la luz de este encuentro intenso que viven Jesús y la comunidad de los discípulos por primera vez, que se despliega la primera conversación formativa de Jesús con sus discípulos. Esta bella página del evangelio de Juan apunta entonces al “discipulado”. En esta primera conversación de Jesús con su comunidad de discípulos, notamos cómo se da un nuevo paso en el programa inicial del evangelio, resumido en el “vengan y vean”. De aquí aprehenderemos algunas luces de la pedagogía pastoral de Jesús.

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