El ensamble de vientos del IPC es hasta ahora una promesa de buenos músicos.

Por Lina M. Benavides |

Por Lina M. Benavides

El ensamble de vientos del IPCEl 24 de Noviembre, en el auditorio de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, la noche estuvo a cargo del ensamble de vientos del Instituto Popular de Cultura, dirigido por el profesor Edgar Gallego Sánchez. El grupo, que viene trabajando desde el 2009 con diferentes alumnos, dio claras muestras de ser un espacio creado para que los estudiantes afiancen su técnica instrumental y su confianza en el escenario.

Con 2 flautas traversas, 3 clarinetes, 4 saxofones, 4 trompetas, 2 trombones, piano, bajo eléctrico, guitarra eléctrica, batería, congas, timbales y percusión menor, el ensamble del IPC ofreció un repertorio misceláneo que abarcó canciones como My heart will go on de la taquillera Titanic hasta Pueblito Viejo, pasando por  La Piragua, Tequila, e incluso la hermosa bossa nova Black Orpheus.

El ensamble del IPC tuvo altas y bajas propias de un grupo que está en formación. Respecto a la interpretación se debe reconocer que no les van bien las baladas, las piezas no tienen carácter y se sienten muy cuadradas, sin embargo los cortes latinos sonaron bien a pesar de algunos errores. El experimentado trompetista Julio César Rámirez hizo sentir su dominio técnico e interpretativo, sumándole al ensamble una alta cuota de talento y calidad.

Por otro lado, es justo reconocer que el espacio en el que se presentó el ensamble de vientos le restó solemnidad a la noche, que si bien no fue de gala merecía un público más respetuoso y puntual. Muchos de los asistentes llegaron en mitad del concierto, dejaron sus teléfonos encendidos y como si fuera poco contestaron en mitad del acto. Sin embargo no todo resultó tan desastroso del lado de los espectadores ya que la mayoría cantó y aplaudió lo suficiente como para hacer sentir acompañado al grupo del IPC.

Personalmente no me gustó la presencia escénica del grupo. Le faltó gala, le sobraron sombreros y medias fucsias.  Tampoco me agradó el excesivo protagonismo del director Edgar Gallego, a pesar de los buenos (aunque sencillos) arreglos musicales.

Traigo acotación estos aspectos porque cuando se asiste a un concierto no sólo se tiende a analizar su interpretación, repetición, simetría, modulación, etcétera, sino que se buscan aquellos elementos extramusicales sin los cuales no sería posible la "comprensión" de la música como discurso. Así que la presentación en cuanto a vestuario de los artistas debe ser tan impecable como su ejecución instrumental.

En suma un concierto que salió a flote a pesar de los lunares y que sirvió como vitrina de nuevos talentos musicales que empiezan a hacer sus pinitos.

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