Robo de tapas de alcantarillas para cimientos en barrios de invasión

Por Redaccion Cali… |

Las calles del centro de Cali se han convertido en el escenario de un violento juego de habilidad: Tras sortear algunos peligros menos evidentes, uno se puede encontrar con un orificio circular en el piso, por donde cabe todo un cuerpo entero. Sobre la calle 4ta, en pleno centro de Cali, existe una alcantarilla destapada que ya hasta fue bautizada por los vecinos.

No es raro en la ciudad el delito de sustracción de elementos públicos: Las empresas de servicios públicos sufren el robo de su cableado, material que se busca para extraer el cobre y revenderlo. A pesar de que las autoridades conocen perfectamente los locales donde se realiza esta compra venta de objetos públicos, la materialización de una redada o alguna investigación es asunto de fantasía.

Las tapas para alcantarilla de concreto corren esta misma suerte. Lo curioso del fenómeno es el destino que tienen estas tapas robadas. Años atrás se descubrió qué se hacía con el material hurtado: almacenar las tapas para revenderlas a otras ciudades. Se llegaron a encontrar tapas robadas en Cali en ciudades secundarias del Huila. Ahora, no se van tan lejos. Las utilizan para construir en los barrios de invasión.

Sonia Massa compra la tapa en una distribuidora ilegal que queda dentro de la zona conocida como “El Calvario”. Trabaja con una prima recogiendo material reciclable de lunes en viernes, en la zona de Alameda y la Galería. Con ayuda de un sobrino dice haberse llevado ya tres tapas para hacer el piso de su cocina:

“Al comienzo llegaron al barrio barios recicladores con tapas de éstas, no solo de las redondas pequeñas, sino de las cuadradas que son más grandes. Decían que simplemente las cogían, algunas entre varios, porque son muy pesadas. Entonces, como todo el mundo acá estaba tratando de acabar su rancho lo más pronto posible, empezaron a utilizar estas tapas con como cimientos de las edificaciones.”

Las casaa en estos barrios progresan de a centímetro. Le pintan una pared al día. Consiguen eliminar una gotera definitivamente una vez a la semana. Sonia nos continúa contando:
“Mire, es que acá los lotes no son muy grandes. Si usted ve, yo y la señora de al lado no tenemos muchos metros de superficie (el terreno de su casa debe medir unos 30 mts2). Uno aplana el terreno con unos pesos, y luego coloca unas 4 tapas de estas. Con eso uno tiene para darle un piso duro, por lo menos, al cuarto de uno o a la sala.”

El trabajo lo realizan ellos mismos. No hay una ingeniería compleja u acreditada tras de esto. No es por dejar la suerte de lado, pero mucho consideran que no es robo, ni accidente: “Siento que no hago nada malo aprovechando lo que me da la ciudad para vivir”.

Es fácil observar que las personas implicadas en este tráfico de elementos públicos no tienen una verdadera consciencia de los riesgos a los que exponen a sus conciudadanos. Les parece una fechoría menor, en caso de que reconozcan que hay alguna falta de su parte. Los que caminen por calle 5TA norte, están pre avisados: el recorrido está animado por obstáculos que convertirán en una travesía el pasar de una calle a la otra o salir a la tienda.

Las autoridades han pensado de todo. Desde la vigilancia con cámaras hasta el rastreo satelital. Con dejar de producir tapas metálicas, que solían vender como chatarra, y hacerlas de concreto no se logró nada. El problema no es de infraestructura, como siempre hemos sabido, el problema es cultural. La ciudad no se ve como un todo al que se pertenece, sino como una jungla en la que hay que sobrevivir como sea. Parece que la seguridad de los demás es un asunto secundario. 

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