Memoria, Justicia, Verdad y Perdón

Por Luis Hernán Oc… |

Por Luis Hernan Ocampo

Hace  32 años fue asesinado el Ministro de Justicia Huilense Rodrigo Lara Bonilla, reconocido como el primer magnicidio narco del país. Lara fue el primer funcionario que denunció a Pablo Escobar por narcotráfico y de querer infiltrarse en las filas del Nuevo Liberalismo de Galán, movimiento al cual también pertenecía el Ministro inmoldado. Más de tres décadas después por orden del ahora Ex Vicefiscal Jorge Perdomo, también del Huila, el cuerpo de Lara fue exhumado, pues aún se busca esclarecer la verdad de su asesinato. Esa misma verdad y justicia la sigue buscando el país y los familiares en el caso de los asesinatos de los líderes liberales, de la Unión Patriótica, conservadores y del M-19 asesinados entre 1984 y 1995, así como en el caso de los inmolados y desaparecidos en la toma del Palacio de Justicia y periodistas. Las víctimas de estos magnicidios no han renunciado a su derecho de pedir verdad y justicia por sus muertos. 

Treinta años después de la toma del Palacio de Justicia, en los que las familias de los desaparecidos nunca renunciaron a pedir  justicia y que se les devolvieran los cuerpos de sus seres queridos, en octubre de 2015, fueron hallados  los restos de tres de ellos: Lucy Amparo Oviedo, Cristina Guarín y Luz Mary Portela. En el caso del magnicidio de Luis Carlos Galán, como 27 años después no se han esclarecido en su totalidad los responsables, la sección tercera del Consejo de Estado determinó el mes pasado que este se constituiría como delito de lesa humanidad, y en consecuencia sería imprescriptible.

Y es que el dolor de las víctimas de esa década negra de la historia colombiana, aún es palpable. Para mí fue muy conmovedor ver un trino del Senador Carlos Fernando Galán la semana pasada en la conmemoración del aniversario del asesinato de su padre Luis Carlos Galán, donde imagina qué estaría haciendo el asesinado líder si estuviera vivo.

Situación similar presencié hace 12 años con el hoy Senador  Iván Cepeda, facilitador en la fase final del proceso con las FARC estas semanas, quien el día que los líderes “paras” fueron al Congreso, desde las tribunas de la plenaria sacó un retrato de su padre, el líder de la Unión Patriótica Manuel Cepeda quien cayó a manos de los paramilitares en el exterminio de ese movimiento político,    en dirección hacia sus victimarios. Compartí la indignación que se veía en su rostro cuando estos señores, sin pagar por sus delitos, hablaban ante el Congreso como si fueran unos próceres. Este episodio fue muy bien relatado por Héctor Abad Faciolince, cuyo padre también cayó asesinado por paramilitares.

Y es que no es una coincidencia que en Colombia dos importantes líderes y archienemigos políticos como lo son el Expresidente y Senador Uribe y el Senador Cepeda, hayan tenido como  motor de su acción política, la reivindicación por el asesinato de sus padres. Es una realidad que en Colombia estamos lejos del perdón, empezando por los líderes que en la actualidad siguen luchando por Justicia frente a la muerte de sus familiares. 

Es por esto que en esta guerra cada persona a la que los paramilitares, o los guerrilleros, o los miembros de la fuerza pública que se corrompieron, le asesinaron un familiar o lo despojaron de sus bienes, o le reclutaron un hijo, hija, hermano, hermana, para después morir en un combate y ser sepultado como N.N., tiene el sagrado derecho a exigir justicia por sus muertos. “Nosotros no estamos pidiendo venganza, solo justicia" decía el mismo Iván Cepeda hace 11 años cuando estaba en el proceso por la muerte de su progenitor ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Hablar de alcanzar una paz estable y duradera, demanda que se den unos elementos mínimos para que lleguemos por fin al perdón de las víctimas a sus victimarios. Se requiere mucho sacrificio de todas las partes, los victimarios deben dar la cara a las madres, esposas, hijos, hermanos y reconocer sus delitos, pedir perdón genuinamente y no con soberbia como hasta ahora han hecho los líderes de las Farc, y por supuesto repararlos. Las víctimas también deberán hacer sacrificios como aceptar la verdad, pedir la reparación y entender que la justicia para sus victimarios no será toda la pena que deberían recibir.  

El próximo 2 de octubre los colombianos acudirán a lar unas para aprobar o rechazar el acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc. La lógica tras 4 años de negociación y gestos de paz de ambas partes, es que gane el sí. Sorpresa sería que ganara el No. Sin embargo, creo que independiente del resultado de esta votación, no sería justo que se reduzca el derecho de las víctimas de todos los bandos a pedir justicia por sus muertos, a que en la en el plebiscito gane el Sí o el No. Así se demore treinta años, como en el caso de las víctimas del Palacio, la verdad y la justicia debe llegar para estas víctimas, esa es para ellas la reparación que realmente vale. 

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