Educación, pensar y posconflicto

Por Columnistas |

Por Enrique Omar Trujillo Peralta

Docente universitario. Director de investigaciones académicas. Consultor educativo

Así como la guerra se inicia en la mente, la paz también se construye mentalmente aprendiendo a pensar. Los que fueron lesionados directa o indirectamente por la guerra o creen no tener nada que ver ahí, necesitan reeducarse por sí mismos, porque se trata de transformar la ideología, ya sea porque piensan en pro de la paz, en contra del plebiscito o se abstengan. Si se le pregunta a cualquier ciudadano: ¿en qué condición le gustaría vivir más: en la paz o en la guerra? Seguro que prefiere la paz; pero en Colombia, la opinión está dividida, por razones diversas.

Bajo esta condición, la educación en Colombia tiene la urgente responsabilidad de enseñar a pensar sobre tres problemas: 1) Aclarar la falsa conciencia que hay antes del plebiscito. 2) Saber cómo se actuará en el posconflicto, bien sea con el sí o con el no, y 3) Asumir una posición histórica frente a la oportunidad ganada o perdida. Lo cual significa aprender a pensar por sí mismo.

Para aprender a pensar hay que empezar por tomar una decisión: ¿pienso con las ideas de otros o uso mi razón para encontrar mis propias respuestas? El sentido común hace lo primero, quienes usan la razón en un debate político empiezan por no creer en lo que se escucha en los medios masivos de comunicación, tampoco cree en lo que dicen los docentes. En lo que se dice buscan frases contradictorias, creencias, terquedad, la superstición, el fanatismo, el delirio o la borrachera de quienes están o han estado en guerra. En este ambiente se encuentra la sinrazón. Por ejemplo, hay varios tipos de personas según digan lo que piensan cuando se les hace esta pregunta: ¿por qué vas a votar el día del plebiscito? Un primer tipo de persona es el que no ha premeditado mucho y va a votar porque está inscrito en un partido político u otro tipo de grupo social, digamos el de la Fundación X de Caridad, donde le indicaron cuál voto dar y por qué. El segundo tipo de persona es el que está escéptico y no decide votar. El tercero va a votar porque se ha ingeniado sus propios argumentos. ¿Cómo reconoceríamos a estas tres personas y su manera de pensar en una discusión? Muy fácil. El primero diría con lo que algún dirigente político haya dicho: “Aunque estoy de acuerdo con la paz, voto por el NO, porque el acuerdo pactado perdona a unos criminales que en vez de estar en la cárcel van a ser gobernantes como hoy está Maduro en Venezuela”. El escéptico diría: “Eso es politiquería entre los mismos corruptos y criminales que ha tenido el país, por eso no voto”. El que piensa por sí mismo no es tonto como el primero repitiendo como loro lo que oyó, tampoco toma la posición extrema y generalizante de políticos corruptos y criminales que se han ganado los gobernantes o quienes aspiran a gobernar el país.            

Hay que averiguar entonces quiénes estuvieron en guerra manteniéndose aún hoy como líderes anónimos para continuarla, porque deben seguir defendiendo sus intereses y la ideología que los mantiene en vida. La guerra que hoy se está buscando acabar con el acuerdo de paz tuvo su origen en la lucha por el poder entre liberales y conservadores desde antes del asesinato de Gaitán, el campesino Marulanda Vélez (Tirofijo) empezó con una guerrilla liberal transformada luego en marxista, su muerte natural, contribuye hoy para que los sucesores (Iván Márquez y demás líderes guerrilleros) cedan para acoger el cambio de estrategia y entrar en la lucha democrática por el poder político. En plena guerra sobre los paisajes del campo colombiano se crearon  o se formalizaron legalmente los intereses defensivos de los agricultores y de grandes propietarios de tierras en septiembre de 1994 (artículo 42 del Decreto ley 356 de 1994), cuando el Gobierno Nacional autorizó la creación de las Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural (CONVIVIR). En medio de esta guerra, de secuestros, de  extorsión y violación de los derechos humanos, los paramilitares se fortalecieron y hoy (a 2016) conocemos no solamente las relaciones que mantuvieron con los militares regulares del Estado, sino también sabemos de su criminalidad y asesinatos sobre campesinos que señalaron como guerrilleros o bien, como informantes de la guerrilla. Destacándose en esta historia la forma como algunos de estos “vigilantes armados rurales” ilegales concretaron con el gobierno lo que se llamó la Ley de Justicia y Paz aprobada en 2005, época en que se engañó sobre la desmovilizarían de cerca de 31.671 miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). 

¿Cómo se piensa entonces por sí mismo para no estar repitiendo lo que se oyó o decepcionado por los problemas principales del gobierno como son la corrupción y la violencia legal o paramilitar que se ha tenido históricamente? Se puede hacer entonces un ensayo de pensar por sí mismo. Esto significa construir mentalmente uno mismo sus propios argumentos. Por aquí se empieza el aprender a pensar de manera distinta y cuando en los  otros que están en el debate se les empieza a descubrir lo que dicen de absurdo, la sinrazón y la retórica. Un buen maestro en este momento o después del plebiscito, tiene la mejor oportunidad y el momento histórico para ayudar a pensar y orientar a sus estudiantes. Sin tomar posición, guía el debate enseñándoles antes que nada a escuchar y a reconocer de donde vienen las ideas que profesa, las contradicciones, las ideas extremas, los absurdos y los límites del pensamiento en lo que se afirma y defiende. Por ejemplo, la siguiente proposición que en principio es contradictoria o absurda, dice: “Aunque estoy de acuerdo con la paz, voto por el NO,..” es inadmisible o ilógica esta oración porque se puede interpretar como: quiero la paz pero voto por la guerra. Y el argumento sustenta: … porque el acuerdo pactado perdona a unos criminales que en vez de estar en la cárcel van a ser gobernantes como hoy está Maduro en Venezuela”. Esto es extremo y terrorismo comunicacional. Los estudiantes tienen que llegar con la deliberación tan lejos como les sea posible a develar estos puntos de vista y reconocer hasta qué punto el altercado y la violencia desatada con la muerte de Gaitán aún persiste en el campo y se concentra hoy en las ciudades con distintas facetas históricas: hoy marxismo de las FARC versus gobierno colombiano, este dividido en quienes optan por posiciones extremas contra el acuerdo y los conciliadores de la paz que van por el SÍ del plebiscito.     

Se dice también: con el ‘Sí’ habrá “paz sin impunidad”, “permitirá terminar un conflicto cruel con “demasiadas víctimas. En contraste, para los del “NO”  “el plebiscito es ilegítimo, aprobarlo equivale a aceptar la impunidad total.” En estas frases y en muchos otras está el delirio de ambas partes. Pues la paz siempre ha sido un valor humano y como tal un ideal (vale decir una utopía) en la historia humana ha sido episódica, al hablar de la paz hay que decir hasta qué límite y sentido. Se hizo la paz con la guerrilla liberal de Guadalupe Salcedo para asesinarlo, con la Unión Patriótica después del pacto de paz mataron miles de militantes, los exterminaron, También están en su delirio los del NO. Es una opinión extrema y mal dicha decir que el plebiscito es ilegítimo, esto no es cierto, lo es para unos, para muchos es legítimo, la comunidad internacional lo acepta, lo mismo la Corte Penal Internacional. ¿Cómo actuar y cuál debe ser entonces la posición histórica?

¿Tanto para los del SI como para los del NO? No dejarse llevar por el delirio, aprender a construir la verdad propia, saber que en un debate político es natural que lo bandos opuestos o neutrales ofrecen ideas que no se darán, que la tercera guerra mundial fue la guerra fría y que vendrá la cuarta, la cual seguramente se está dando por regiones, la quinta y la sexta y digamos por una suposición, si se acabaran definitivamente en Colombia los conflictos armados, esta no es la paz más valiosa, es la de la paz interna, la que logra el espíritu cuando medita y es la que puede lograr quien se la proponga. Entonces el papel de la educación es enseñar a pensar el concepto de paz con realismo a valorarla.

 

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