El aeropuerto se quedó pequeño

Por Redaccion Cali… |

El Alfonso Bonilla Aragón no puede recibir dos vuelos simultáneos con eficiencia. ¿Qué pasará ante una eventual mayor exigencia en materia de infraestructura de cara al TLC? ¿Se puede competir con un aeropuerto tan pequeño, en todos los sentidos?

El problema es simple, el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón se ha quedado relegado en comparación a los de otras grandes ciudades colombianas. El dorado de Bogotá, que cambia incluso de nombre, va a ser uno de los más modernos de Latinoamérica. Si bien es el de la capital, y se entiende que por esto debe tener una capacidad mucho mayor, su tamaño e importancia ridiculizan al nuestro. ¿Por qué la ciudad no ha puesto sus ojos en una modernización a gran escala del puerto aéreo? Uno que por lo menos responda a las necesidades mínimas de tamaño y agilidad de los procesos.

Juan Martínez, un usuario recurrente del aeropuerto, debido a que su trabajo lo obliga a dejar el país con frecuencia, afirma que el martes 24 de julio del presente año tuvo que esperar más de dos horas para salir de aeropuerto, aún cuando el avión había aterrizado dos horas antes.

“He llegado de Miami con mi familia esta semana y me he encontrado en una situación que realmente me pareció alarmante. La sala de recibo del aeropuerto, junto con todo el espacio físico por donde se lleva a cabo el recorrido desde la puerta del avión hasta la salida del aeropuerto, no es suficiente para atender dos vuelos internacionales simultáneos.”

Normalmente programan vuelos internacionales con una hora de diferencia o, en todo caso, les dan algún tiempo a los que llegan para desalojar su equipaje y salir rumbo a la ciudad.

“En ocasiones anteriores que tomé vuelos nacionales o internacionales eso fue lo que pasó. En esta ocasión, llegaban dos vuelos de Miami, uno de American y otro de Avianca. Ambos programados para tocar tierra a las 7:00 P.M.”

El escenario es terrible para los familiares que esperan fuera y para los mismos viajeros. No hay sala de espera como tal, solo unas sillas, cerca de una cafetería. Los familiares, amigos o choferes deben espera parados en la calle, que llega a atestarse hasta dificultar el paso de los vehículos por ella.

En el caso del señor Martínez las dos horas de retaso que tuvo la llegada del vuelo no se debieron a inconvenientes en el vuelo mismo, ya que este llegó a una hora puntual, sino a la pésima logística y la pobre infraestructura del principal puerto aéreo de la región. Los corredores siempre se ven atestados en días de gran salida y los servicios aeroportuarios no dan abasto en diciembre. El plan de contingencia con que se cuenta para fechas especiales solo incluye doblar algunos turnos y la contratación de algún personal extra.

Cuando coinciden varios vuelos, la banda elástica que debe transportar los equipajes desde la sala de descarga hasta la sala de espera no da más. Los pasajeros de los vuelos confluyentes piensan, hasta conversan, que van a ponerle un poco de sentido al asunto, mandando primero los equipajes de un vuelo y luego los de otro. Pero no, ambas cargas pasan por la misma banda, en un orden totalmente aleatorio, lo que hacía que todos los pasajeros, la carga humana entera de dos aviones o más, esté parada sobre la línea que bordea la cinta transportadora, en un espacio donde físicamente no cabe.

Imagino que parte de los ingresos que sostiene el aeropuerto salen de los impuestos de salida y otros que pagan las aerolíneas, así que cualquier ciudadano está en derecho de reclamar por un servicio que esté a la altura de la contribución, o de la tributación, que hacemos los que pagamos por él.

Continúa Martínez: “Fue eterno todo el procedimiento: Mi primer a maleta apareció a los 10 minutos, pero la segunda llegó a la hora y media.  No hubo orden en la disposición de los maleteros y los equipos tecnológicos con los que contaban. Aún así, no se puede decir para nada que sea culpa del personal, que a toda vista está involucrado en un claro caso de sobrecarga laboral.”

Las autoridades aéreas del país no son las únicas responsables del atraso que muestra la ciudad  en su aeropuerto, la puerta de llegada de inversionistas y turistas que, seguramente, llegan el 100 por ciento de las veces por este medio, no creo que lleguen en flota, y que, seguramente, se llevan la imagen de una ciudad desordenada, que improvisa cosas tan elementales como el recibimiento que se le da a los visitantes.

Búsqueda personalizada

Caliescribe edición especial