Violencia y venganza: odio alrededor de la figura de Univalle

Por Redaccion Cali… |

Un nuevo capítulo de odio se ha escrito en la historia de la Universidad del Valle. El viernes, en medio de las protestas masivas que desestabilizaron a la ciudad un policía resultó asesinado. El caso se presentó en inmediaciones de Univalle, e inmediatamente la opinión pública puso en la palestra a los estudiantes de la institución. Muchos opinaban en las redes sociales, acusando a “los estudiantes” de la universidad de asesinos y guerrilleros. Nada inusual, la ignorancia patente de siempre.

Hay que aclarar que esta no fue la única escaramuza que se pasó de violenta en la jornada, pero sí fue la más dramática. Al municipio o estaban desestabilizando por  varios frentes y a manos de diferentes actores. Las autoridades presumen que las Bacrim (bandas conformadas por paramilitares desmovilizados) fueron las responsables de los artefactos explosivos arrojados contra policías y transporte público. Una jornada extraña, en la que coinciden agresiones de los grupos de izquierda y derecha, al mismo tiempo, sobre las autoridades y la población civil. No es de extrañar que muchos empresarios del transporte, y algunos propietarios menores, recurran a la vieja táctica de la intimidación. Es ya usual entre los antiguos gamonales y demás empresarios de la vieja escuela, el uso de la fuerza a través de terceros (grupos paramilitares, ejércitos personales). Tampoco es extraño el uso de armas de fuego en las protestas estudiantiles. En esta ocasión cobrando la vida de un policía, una suerte letal que ya habían corrido estudiantes anteriormente. Johnny Silva fue asesinado el 4 de abril de 2005, por un policía, dentro de las mismas instalaciones de la universidad. El hombre tenía problemas para desplazarse, los demás huyeron, poniéndose a salvo, él no pudo. Ahí quedó.

Lo curioso es que brazos armados de las dos orillas ideológicas que componen el conflicto nacional hayan hecho parte de la misma escalada de violencia, con los mismos motivos y contra un adversario en común. Hubo secuestro momentáneo de buses, cuyos pasajeros fueron atracados. Las vías paralizadas y todos los problemas de orden público quedaron a tras cuando criminales cerraron la jornada con broche de oro: Un policía estaba muerto por causa de un disparo.

Los estudiantes sabían las consecuencias de esto: La policía iba a entrar al campus. La orden la dio Fabio Castañeda, comandante de la policía del Valle: “si nos disparan, les disparamos” Habría sentenciado.

Mario Arbeláez*, representante estudiantil, dice que la naturaleza de la universidad no es hostil y que estas medidas son innecesarias: “No tenemos conocimiento de quiénes fueron los responsables de los disparos. La protesta, como siempre se había apoyado por parte de los compañeros desde una perspectiva de construcción de opinión, de protesta organizada y pacífica pro una serie de medidas arbitrarías por parte del gobierno municipal… (…) en este caso decidimos solidarizarnos con los transportadores, a quienes se les vulnera le derecho al trabajo y a la competencia justa. No puede ser que un operador monopolice la totalidad del transporte público, por eso los apoyábamos. Jamás estuvimos enterados de la presencia de armas de fuego entre los manifestantes y ninguno puede dar información sobre un disparo que no hizo”

Ante los bloqueos la respuesta de la opinión pública fue contundente: apoyo absoluto al sistema de transporte masivo, algo que fue reforzado por un habilidoso manejo de la situación por parte de las directivas del MIO, que para generar un golpe positivo de opinión dieron entrada libre al sistema y los alimentadores. La universidad, por otra parte, fue allanada la madrugada del sábado, por parte de agentes, buscando alguna pista sobre los autores del atentado, aunque podría haber sido uno solo, toda la universidad fue removida y esculcada. Como era de esperarse, lo único que encontraron fueron cantidades ridículas de marihuana y ardillas dormidas. El acto simbólico de buscar algo que no estaba ahí fue tomado con recelo por parte de la comunidad universitaria, que suele entrar en cólera cuando el campus es pisado por las botas de los agentes de la ley.

LA situación al interior de la universidad no deja de ser tensa. El rector de la misma, Ramos, denunció amenazas y exigencias económicas por parte de las Farc. La universidad apenas recuperaba su dinámica académica tras las vacaciones. Ahora se cierne una incertidumbre sobre los estudiantes, que ya conocen como se saldan las cuentas en Colombia: ¿Cuándo vendrán por uno de nosotros? ¿Cómo responderán los policías en próximas protestas? Unas que, en los últimos tiempos, habían sabido llevarse con la razón y el diálogo, y que ahora retroceden  10 años en el tiempo y se instalan en el terreno de la incertidumbre y el miedo.

La gente opina:

“Si a los policías les disparan desde las instalaciones de la Universidad del Valle, Javeriana, Andes o la Nacional, quién ha dicho que los uniformados no tienen el derecho a responder el fuego y además entrar a las instalaciones desde donde se hace fuego contra ellos. Me parece muy bien la instrucción del General de la Policía en Cali, porque deben saber los violentos sean estudiantes o no que no será tolerada su actitud de matones de esquina. Así que plomo con todos esos criminales disfrazados de estudiantes o estudiantes que le hacen el mandado a los criminales. Si ellos disparan abren la oportunidad para que se les dispare, porque esto es sencillo: donde las dan también las toman. Así que arriba la policía y plomo a todos esos criminales disfrazados de estudiantes” - Sebastián Ospina, empresario

“Esto es un Conflicto Interno y la Universidad no esta ajena a este. Sólo es un muerto más... ¿o acaso los estudiantes asesinados que?  Esto es "lo bello de la guerra"... ahora resulta que los policías antidisturbios, con su actuar inhumano se sienten mal... qué hipocresía... La falsa moral de un país que se escandaliza cuando su amo es atacado; y hace caso omiso cuando queman a su propia madre.... “ - Paola Miranda, empleada de una rapitienda.

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