La piratería digital en Cali, un problema social

Por Andres Mejia |

Por Andrés Mejía

DVS piratas

En Cali, miles de familias viven de la piratería digital, películas y música sin fin con una variedad que ni siquiera las grandes superficies logran.

Cientos de puestos callejeros invaden el centro de la ciudad ofreciendo una gran variedad de películas de todos los géneros en DVD, la gran mayoría de calidades iguales a los originales.

Al comprar un DVD es un lotería de que te vas a encontrar en ellos. En algunos puedes encontrar que no está doblados al español si no a lenguas extrañas como eslovaco. Esto es debido a los orígenes del master que se utiliza para duplicar.

Los orígenes de este mercado negro que tiene sus orígenes en la duplicación de CDs de música, antes de popularizarse el formato MP3. En los noventas el centro de Cali resultó invadido de vendedores callejeros ofreciendo los CDs de música con réplicas que no tenían nada que envidiarle a los originales. Este resultó ser un fenómeno mundial. De ahí que Sony Music empezó a poner sellos con hologramas en sus cajas y utilizando tecnologías de presentación en los CDs, que solo esta disponibles en los equipos industriales de duplicación. Un poco más adelante se utilizaron diversos métodos para evitar la duplicación, el primero de ellos consistía en poner un error en el CD de tal forma que al tratar de copiarlo informaba del error e impedía la copia. Hecha la ley encontrada la trampa, aparecieron los duplicadores capaces de duplicar la imagen del CD incluyendo el error.

Copiado de DVS piratasEl mercado de la duplicación ilegal continúa. Es entonces que los Imperios de distribución de música y películas trabajan estrechamente, por exigencia de esta industria en poner etiquetas de material protegido por derechos de autor en los originales de tal forma que los usuarios normales quedaron impedidos de duplicar esos CDs y DVD para compartirlos con amigos y familiares. Esto solo frenó ligeramente el copiado pero solo a nivel de hogar. El mercado ilegal continuó y ahora con más fuerza. Es aquí donde entra un nuevo actor en el escenario, el proveedor de masters.

La cadena de la piratería se inicia siempre en el exterior, bien sea con los masters del mercado negro con un valor de $300 dólares que llegan desde USA o descargas por internet de sitios como los originados en el extinto Megaupload. El siguiente nivel en la pirámide es tecnológico, en donde utilizando tecnologías de punta de bajo coste se realizan las copias. Tercer nivel, la distribución, son los proveedores de estos contenidos hacia los puntos de venta callejeros, último eslabón de la cadena.

Ya en la calle nos encontramos con los vendedores, bien sea con sitios fijos en mesas improvisadas y hasta con televisor LCD en plena vía pública hasta el vendedor del maletín que recorre cafeterías y restaurantes. Las películas de común acuerdo en este gremio están en los $3.000 pesos, negociables cuando se compran varias.

Hace 20 años cuando las tecnologías de duplicación de CDs y DVDs llegó al usuario normal, se inició este mercado negro. Inicialmente se buscaba hacer réplicas de los originales, incluida su presentación. Hoy día se venden en una corriente bolsa plástica con una burda impresión color de la carátula de la película, y en la mayoría de los casos sin siquiera una etiqueta en el disco.

Todo el mundo sabe que está comprando una copia ilegal. Las copias son una lotería hay buenas, malas y regulares. Sin embargo es la única forma para el colombiano de a pie acceder a esas películas. Muchas de ellas ni siquiera han pasado por las carteleras de las salas de cine en Cali. El precio comercial de un DVD, varias semanas después de su lanzamiento en salas de cine es de $39.900 pesos. Los títulos que no llegan a las salas de cine en Colombia y meses después del estreno en la cartelera internacional tienen un precio de $19.900 pesos. Un precio demasiado alto para la canasta familiar colombiana.

Se encuentra tan arraigada en nuestra ciudad la adquisición de películas, que ya no es únicamente un producto de los estratos bajos, es normal encontrar en los estratos altos una gran cantidad de películas del mercado negro. Hasta existen los vendedores de barrio, quienes desde sus viviendas le venden películas al vecindario.

Acabar con este mercado tan acomodado al diario vivir de la sociedad por medio de acciones represivas es una tarea quijotesca, ya ocurrió años atrás. Los resultados se vieron durante un par de meses, pero continuó hasta lo que es hoy día, una franca violación de los derechos de autor.

Los responsables detrás de la piratería

En definitiva los responsables son los mismos vendedores de contenido y más allá aún, los grandes imperios que controlan la música y el cine. Todavía siguen con antiguos métodos de distribución y exigiendo unos desproporcionados ingresos por la propiedad intelectual.

Estos elevados precios del material legalmente distribuido han generado un millonario mercado negro y multimillonarias ventas no realizadas para las empresas vendedoras de material con derechos de autor.

La industria audiovisual y musical no ha podido adaptarse a la era digital. No pueden limitarse al acetato en su concepto de distribución y cobrar cifras monstruosos por las versiones trasnochadas en DVDs un mes después de su estreno en las salas de cine, todo por proteger la taquilla de las salas de cine.

Millones de películas yacen archivadas en los archivos de las grandes productoras y tan solo una pequeña cantidad se encuentra en el mercado, legal o ilegal. Si estos monstruos hicieran copias digitales y las emitieran por internet a usuarios por suscripción, como un descomunal video club, estas empresas podrían recibir ingresos que fácilmente podrían multiplicar por 10 sus actuales ingresos y la piratería de este material quedaría sin piso. Anteriormente había mencionado a Netflix, un video club virtual. No es el único, en España el diario El Mundo tiene un servicio similar, Orbyt.

La industria cinematográfica es tan retrograda tecnológicamente que recientemente ha impuesto a Netflix un retraso de 45 días más desde el momento en que se estrena una película. Acciones de este tipo permiten que la piratería progrese y hasta que esta industria no se actualice a las tecnologías de hoy sus pérdidas y reducción en sus ventas continuarán aumentando

Las soluciones tecnológicas deben ser realizadas por iniciativas privadas de la industria del cine y la música y no mediante mecanismos tecnológicos represivos de estado.

La industria del cine y la música pierde miles de millones de dólares con la piratería, es el momento de meditar porque lo hacemos y si esto tiene una solución equilibrada entre los usuarios y la industria.

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